martes, 1 de noviembre de 2016

Rabiada pirámide



No observes con olfatos embaucadores
mi triste figura,
ni agravies con tu grandilocuencia
la sencillez de mis palabras.

Porque no logras comprender
el dicroísmo
que emana de los alejamientos.
Ni la obra que se realiza bajo la piel
cuando no hay querubines en la mente
y la esperanza muerde la esperanza.

Sé que me falta la cordura
cuando quiero estremecerlo todo
y yazgo desfallecido, sin magia para el empeño,
ni manualidades
para apartarme las nubes de la demencia
cuando me marea el mundo.

Percibo torbellinos desfigurando mis sonrisas
y amarguras encubiertas
cuando observo las nubes
y hablo del cielo.

Porque una pirámide de lastrados versículos
se interpone a mis poemas
y escribo protestas enquistadas,
sin arte,
que, en sus repeticiones,
alejan la emoción.

No pierdan tiempo valorando mi voz
que solo sirve al desahogo...
de extrañadas verdades.

Pichy

3 comentarios:

  1. Nada, tú ahí, tranquilo. Ya crecerá Merceditas y pasará por aquí a decirte algo.

    Cuídate, poema

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  2. Abuelo, Merceditas ha debido inspirarte para escribir este magnífico poema -que dice lo contrario de lo que dice (ironía)- Poema grandielocuente de un gran poeta. Amén amigo.

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  3. Muchas gracias, Maestro. Gracias a la Mercedes, has visto el poema —pues, ya la nieta me está ayudando.

    Abrazos

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