No
observes con olfatos embaucadores
mi
triste figura,
ni agravies con tu grandilocuencia
ni agravies con tu grandilocuencia
la
sencillez de mis palabras.
Porque no logras comprender
que
emana de los alejamientos.
Ni la obra que se realiza bajo la piel
cuando no hay querubines en la mente
Ni la obra que se realiza bajo la piel
cuando no hay querubines en la mente
y
la esperanza muerde la esperanza.
Sé
que me falta la cordura
cuando
quiero estremecerlo todo
y
yazgo desfallecido, sin magia para el empeño,
ni
manualidades
para
apartarme las nubes de la demencia
cuando
me marea el mundo.
Percibo
torbellinos desfigurando mis sonrisas
y amarguras encubiertas
y amarguras encubiertas
cuando
observo las nubes
y
hablo del cielo.
Porque
una pirámide de lastrados versículos
se
interpone a mis poemas
y
escribo protestas enquistadas,
sin
arte,
que,
en sus repeticiones,
alejan
la emoción.
No
pierdan tiempo valorando mi voz
que
solo sirve al desahogo...
de
extrañadas verdades.
Pichy
Nada, tú ahí, tranquilo. Ya crecerá Merceditas y pasará por aquí a decirte algo.
ResponderEliminarCuídate, poema
Abuelo, Merceditas ha debido inspirarte para escribir este magnífico poema -que dice lo contrario de lo que dice (ironía)- Poema grandielocuente de un gran poeta. Amén amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Maestro. Gracias a la Mercedes, has visto el poema —pues, ya la nieta me está ayudando.
ResponderEliminarAbrazos