viernes, 28 de julio de 2017

PRECISO RASGAR MI PALABRA



Al presente, preciso rasgar mi palabra
confesar toda la apatía oculta
en cada faena.

Pretendo alejarme la embriaguez
del torbellino que desboca
en el ímpetu de mi garganta, 
transitar por encima de las mutilaciones
de una realidad preconcebida
para deshacerme en la pulcritud de los faros,
dejando al libre albedrio
la observación de mis ojos,
sin premisas ni manejos capitulares.

Abandonarme, a propia voluntad,
sin los piadosos engaños
de las decretadas libertades oficialistas
que demarcan la gravedad y el abismo,
para iluminarme a plenitud —satisfecho—
en la ausencia de consumaciones dictaminadas.
  
Requiero comprender la luminiscencia
de las estrellas  muertas, que continúan presentes
para ultimarnos la gloria,
por la pequeñez de nuestras epopeyas
contra las legiones de la finitud.

Hoy necesito adjudicarme la voz
de los titanes mitológicos.
Requiero los versos más rabiados  
para emular a Vallejo
y salvarme en la espiral audacia
de una metáfora.     


Pichy

BENEPLÁCITO DE LA DESMEMORIA



Se impone la esperanza
—una fórmula para adormecer con sueños—
sobre el hedor agrio de la sangre;
ya costumbre
en la cotidianidad que la vulgariza
robándonos el debido asombro.

El tiempo hace las grietas del hábito
y alisa los pasados rompimientos
para el rápido olvido
con el beneplácito de la desmemoria,
en esa especie de crematorio
que se construye con los símbolos
que pretenden reconciliar crepúsculos
con las quebraduras de la época.

No sé congeniarme con lo transitado
y de la actualidad percibo otros aullidos
que impiden la repartición fructífera de la aurora.

Me han rechazado día a día con disímiles espejos                                       
para impedirme el asimiento a lo relevante
y una jungla de dudas arroja contra la amnesia 
aquello que, vanamente, me describe humano.

Pichy