POEMARIO CONJUNTO DE TRES AUTORES

ISBN 978-1-326-14795-2

POEMARIO TEMÁTICO Y ENCADENADO

TEMA: 

LA IMAGEN PROYECTADA

PROYECCIONES SOCIALES A TRES BANDAS 
 60 poemas de Luis Vargas Alejo, Begoña Martínez Bermejo y José Valle Valdés y una canción rara

PRÓLOGO
En este libro de poemas nos hemos juntado tres poetas amigos y desconocidos en el mundo social de la poesía, con la intención de sacar a la luz las dudas que ofrece esta sociedad globalizada, donde lo más destacado, es la inseguridad y la insatisfacción del ser humano. Y lo hacemos, mediante el verso claro desde la experiencia cotidiana.
Es evidente que no es ninguna revelación, pero sí es la constatación de las diferencias entre lo ideal y la realidad, las que carcome las vidas por la avaricia de unos pocos que, amparándose en la economía de los mercados, han degradado a la pobreza a medio mundo en poco tiempo, que nos están incitando a buscar un inicio social partiendo de un Macondo como Aureliano Buendia en Cien Años de Soledad. (Luis Vargas Alejo)

Hemos desarrollado una sensibilidad exacerbante que requiere de un instrumento que dé la posibilidad de plasmar sobre un papel la huella que nos ha dejado la vida en un momento específico.
Ha sido necesario utilizar la soberbia, incluso escribir poemas iguales a la sociedad en que vivimos: infames, corruptos, sucios. Una herramienta para no inclinarnos ante nadie más y a la vez, salvar a la poesía de un mero pasatiempo.
Se reconocerán las manos de los que nunca han escrito, las bocas de los que no han hablado, los ojos de los que nunca han mirado, en este espejo capaz de violentar al habla cotidiana y a la formal, con un juego de palabras que se acerca a la desesperación, por la indiferencia de aquellos que miran por encima del hombro. ¡Retruécanos! “hay muchos que siendo pobres merecen ser ricos, y los hay que siendo ricos merecen ser pobres” (Virtud Militante de F.Quevedo). (Begoña Martínez) 


La poesía debe discursar al hombre, embelleciendo los supremos accionares en los que él se decide por la hermosura de las altas virtudes,  en las cuerdas que se descubre a la sensibilidad entre los recónditos lazos de la mente, con las místicas tribulaciones astrales del arrebato social por cumplir la vida. El hombre se realiza en la sociedad —menos voluntaria; que precisamente—, por lo que se encuentra imbricado con ella y sus sistemas. La poesía, como ejercicio mental, puede servirle de escape y expansión; pero, luego tiene que regresar a la cotidianidad y desde que pone los pies en la tierra se encuentra interrelacionándose con la sociedad y sus leyes. Nadie logra, realmente, desprenderse de ella. La poesía de la evasión sirve sólo a la burguesía; no al obrero que tiene que luchar por la subsistencia. La actualidad es de vértigos y fuertes contracorrientes: la poesía está obligada a extremar intensidades para estar al ritmo de la vida —de lo cotidiano—. Necesitamos una poesía que alimente, que aporte. Es necesario socializar la poesía; para que el hombre se vea reflejado en ella con sus cuitas e insatisfacciones.  Que cante las bellezas de la naturaleza y llame a su cuido, que enaltezca al amor en todas sus dimensiones, al tiempo que lo desnude hasta lo originario y repudie las máculas de los desvaríos carnales del presente.
Sólo en su conciencia el hombre puede ser libre. Entonces, valga la poesía de la conciencia; pero, urge la poesía para la conciencia —para conformarla al bien—. Sí, contra los medios de comunicaciones —que inducen la servidumbre del intelecto, condicionándolos a un sistema que coacciona la libertad de pensamiento y delimita sus empeños— se hace necesaria la poesía revolucionaria de la inconformidad y la denuncia. Porque en este mundo globalizado, menguadas las utopías y agudizándose la crisis moral-económica-sistémica, se requiere de una poesía de urgencias que ayude a la recuperación de los altos valores morales y las bellezas que enaltecen al hombre.
De lo anterior nace, en coincidencias de principios, la unión de nuestras voces en este poemario. Que no tiene más pretensiones, que presentarles nuestros esfuerzos por lograr una poesía ética, consciente y consecuente con la actualidad, que, sin abandonar la estética, desafíe el silencio cómplice,  señale las estrellas en la frente de los hombres buenos y las garras de los halcones de la guerra y el latrocinio, enaltezca el amor verdadero —no las fantasías sexuales— y lo socialice. Desde nuestras disimilitudes de experiencias vivenciales, proclamamos la funcionalidad, filosófica-moral, de la poesía existencial de la inconformidad y la utopía.(José Valle Valdés)


Detrás de cada poema hay una historia personal, una ideología, una crítica y una cultura. Las palabras que componen estos poemas son constatadas en un acto de desvelamiento, echando fuera los sentimientos y pensamientos de las cosas que nos impactan, vivimos o necesitamos decir como catarsis. Son nuestras palabras. Nuestro conocimiento.
El misterio de los poemas está en la forma de exponerlos. Nosotros hemos querido hacerlo en confrontación con la dinámica incomprensible de la tecnología informática y de las comunicaciones, también, fuera de todo ámbito clásico. Nuestros poemas son cotidianos, actuales y modernos -que no modernistas- buscando belleza estética en la simplicidad de los versos y de las palabras, navegando por el mar de las experiencias y vivencias que nos han dado el conocimiento o la visión particular de los destinos y augurios que nos interrogan día a día haciendo así, un encuentro poético con el lector.
La poesía para nosotros ha de tener una estética dinámica y no convencional. Ha de ser un impulso de energía que nos saca de los sueños y entender las realidades que captan nuestros sentidos y viven en el letargo hasta que se confabulan en un poema y se hacen conscientes, fuera de todo letargo interior. (Luis Vargas Alejo)

Lo cierto es que esta po-ética de eslabones enmohecidos, tiene su nobleza. No lleva perfumes exóticos, la calidad tiene un olor natural. Viene de la calle y a esa misma calle la llevamos, a riesgo de generar otro significado, uno cambiante y en constante peligro de negación, a causa de nuestro pensamiento crítico, aunque humano.

La poesía habla de lo que todavía queda por decir, augurando un futuro en su lenguaje. Pero eso es una realidad indeterminada que no ha de leerse en términos de blanco/negro, sino preguntándose por la cimentación de las causas, que hacen que exista.(Begoña Martínez)
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El POETA Y LOS SUEÑOS DIURNOS 1907/1908, Sigmund Freud
LOS profanos sentimos desde siempre vivísima curiosidad por saber de dónde el poeta, personalidad singularísima, extrae sus temas -en el sentido de la pregunta que aquel cardenal dirigió a Ariosto- y cómo logra conmovernos con ellos tan intensamente y despertar en nosotros emociones de las que ni siquiera nos juzgábamos acaso capaces. Tal curiosidad se exacerba aún ante el hecho de que el poeta mismo, cuando le interrogamos, no sepa respondernos, o sólo muy insatisfactoriamente, sin que tampoco le preocupe nuestra convicción de que el máximo conocimiento de las condiciones de la elección del tema poético y de la esencia del arte poético no habría de contribuir en lo más mínimo a hacernos poetas.
Si por lo menos pudiéramos descubrir en nosotros o en nuestros semejantes una actividad afín en algún modo a la composición poética! La investigación de dicha actividad nos permitiría esperar una primera explicación de la actividad creadora del poeta. Y, verdaderamente, existe tal posibilidad; los mismos poetas gustan de aminorar la distancia entre su singularidad y la esencia generalmente humana y nos aseguran de continuo que en cada hombre hay un poeta y que sólo con el último hombre morirá el último poeta.
¿No habremos de buscar ya en el niño las primeras huellas de la actividad poética? La ocupación favorita y más intensa del niño es el juego. Acaso sea lícito afirmar que todo niño que juega se conduce como un poeta, creándose un mundo propio, o, más exactamente, situando las cosas de su mundo en un orden nuevo, grato para él. Sería injusto en este caso pensar que no toma en serio ese mundo: por el contrario, toma muy en serio su juego y dedica en él grandes afectos. La antítesis del juego no es gravedad, sino la realidad. El niño distingue muy bien la realidad del mundo y su juego, a pesar de la carga de afecto con que lo satura, y gusta de apoyar los objetos y circunstancias que imagina en objetos tangibles y visibles del mundo real. Este apoyo es lo que aún diferencia el «jugar» infantil del «fantasear».
Ahora bien: el poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio; esto es, se siente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de diferenciarlo resueltamente de la realidad. Pero de esta irrealidad del mundo poético nacen consecuencias muy importantes para la técnica artística, pues mucho de lo que, siendo real, no podría procurar placer ninguno puede procurarlo como juego de la fantasía, y muchas emociones penosas en sí mismas pueden convertirse en una fuente de placer para el auditorio del poeta.
La contraposición de la realidad al juego nos descubre todavía otra circunstancia muy significativa. Cuando el niño se ha hecho adulto y ha dejado de jugar; cuando se ha esforzado psíquicamente, a través de decenios enteros, en aprehender, con toda la gravedad exigida, las realidades de la vida, puede llegar un día a una disposición anímica que suprima de nuevo la antítesis entre el juego y la realidad. El adulto puede evocar con cuánta gravedad se entregaba a sus juegos infantiles, y comparando ahora sus ocupaciones pretensamente serias con aquellos juegos pueriles, rechazar el agobio demasiado intenso de la vida y conquistar el intenso placer del humor.
Así, pues, el individuo en crecimiento cesa de jugar; renuncia aparentemente al placer que extraía del juego. Pero quienes conocen la vida anímica del hombre saben muy bien que nada le es tan difícil como la renuncia a un placer que ha saboreado una vez. En realidad, no podemos renunciar a nada, no hacemos más que cambiar unas cosas por otras; lo que parece ser una renuncia es, en realidad, una sustitución o una subrogación. Así también, cuando el hombre que deja de ser niño cesa de jugar, no hace más que prescindir de todo apoyo en objetos reales, y en lugar de jugar, fantasea. Hace castillos en el aire; crea aquello que denominamos ensueños o sueños diurnos. A mi juicio, la mayoría de los hombres crea en algunos períodos de su vida fantasías de este orden. Ha sido éste un hecho inadvertido durante mucho tiempo, por lo cual no se le ha reconocido la importancia que realmente entraña.
El fantasear de los adultos es menos fácil de observar que el jugar de los niños. Desde luego, el niño juega también solo o forma con otros niños, al objeto del juego, un sistema psíquico cerrado; aun cuando no ofrece sus juegos, como un espectáculo, al adulto, tampoco se los oculta. En cambio, el adulto se avergüenza de sus fantasías y las oculta a los demás; las considera como cosa íntima y personalísima, y, en rigor, preferiría confesar sus culpas a comunicar sus fantasías. De este modo es posible que cada uno se tenga por el único que construye tales fantasías y no sospecha en absoluto la difusión general de creaciones análogas entre los demás hombres. Esta conducta dispar del sujeto que juega y el que fantasea tiene su fundamento en la diversidad de los motivos a que respectivamente obedecen tales actividades, las cuales son, no obstante, continuación una de otra.
EI juego de los niños es regido por sus deseos o, más rigurosamente, por aquel deseo que tanto coadyuva a su educación: el deseo de ser adulto. El niño juega siempre a «ser mayor»; imita en el juego lo que de la vida de los mayores ha llegado a conocer Pero no tiene motivo alguno para ocultar tal deseo. No así, ciertamente, el adulto; éste sabe que de él se espera ya que no juegue ni fantasee, sino que obre en el mundo real; y, además, entre los deseos que engendran sus fantasías hay algunos que le es preciso ocultar; por eso se avergüenza de sus fantasías como de algo pueril e ilícito.
Preguntaréis cómo es posible saber tanto de las fantasías de los hombres, cuando ellos las ocultan con sigiloso misterio. Pues bien: es que hay una clase de hombres a los que no precisamente un dios, pero sí una severa diosa -la realidad-, les impone la tarea de comunicar de qué sufren y en qué hallan alegría. Son éstos los enfermos nerviosos, los cuales han de confesar también ineludiblemente sus fantasías al médico, del que esperan la curación por medio del tratamiento psíquico. De esta fuente procede nuestro conocimiento, el cual nos ha llevado luego a la hipótesis, sólidamente fundada, de que nuestros enfermos no nos comunican cosa distinta de lo que pudiéramos descubrir en los sanos.
Veamos ahora algunos de los caracteres del fantasear. Puede afirmarse que el hombre feliz jamás fantasea, y sí tan sólo el insatisfecho. Los instintos insatisfechos son las fuerzas impulsoras de las fantasías, y cada fantasía es una satisfacción de deseos, una rectificación de la realidad insatisfactoria. Los deseos impulsores son distintos, según el sexo, el carácter y las circunstancias de la personalidad que fantasea; pero no es difícil agruparlas en dos direcciones principales. Son deseos ambiciosos, tendentes a la elevación de la personalidad, o bien deseos eróticos. En la mujer joven dominan casi exclusivamente Ios deseos eróticos, pues su ambición es consumida casi siempre por la aspiración al amor; en el hombre joven actúan intensamente, al lado de los deseos eróticos, los deseos egoístas y ambiciosos: Pero no queremos acentuar la contraposición de las dos direcciones, sino más bien su frecuente coincidencia; lo mismo que en muchos cuadros de altar aparece visible en un ángulo el retrato del donante, en la mayor parte de las fantasías ambiciosas nos es dado descubrir en algún rincón la dama, por la cual el sujeto que fantasea lleva a cabo todas aquellas heroicidades, y a cuyos pies rinde todos sus éxitos. Como veréis, hay aquí motivos suficientemente poderosos de ocultación; a la mujer bien educada no se le reconoce, en general, más que un mínimo de necesidad erótica, y el hombre joven debe aprender a reprimir el exceso de egoísmo que una infancia mimada le ha infundido para lograr su inclusión en la sociedad, tan rica en individuos igualmente exigentes.
Los productos de esta actividad fantaseadora, los diversos ensueños o sueños diurnos, no son, en modo alguno, rígidos e inmutables. Muy al contrario, se adaptan a las impresiones cambiantes de la vida, se transforman con las circunstancias de la existencia del sujeto, y reciben de cada nueva impresión eficiente lo que pudiéramos llamar el «sello del momento». La relación de la fantasía con el tiempo es, en general, muy importante. Puede decirse que una fantasía flota entre tres tiempos: los tres factores temporales de nuestra actividad representativa. La labor anímica se enlaza a una impresión actual, a una ocasión del presente, susceptible de despertar uno de los grandes deseos del sujeto; aprehende regresivamente desde este punto el recuerdo de un suceso pretérito, casi siempre infantil, en el cual quedó satisfecho tal deseo, y crea entonces una situación referida al futuro y que presenta como satisfacción de dicho deseo el sueño diurno o fantasía, el cual Ileva entonces en sí las huellas de su procedencia de la ocasión y del recuerdo. Así, pues, el pretérito, el presente y el futuro aparecen como engarzados en el hilo del deseo, que pasa a través de ellos.
Un ejemplo cualquiera, el más corriente, bastará para ilustrar esta tesis. Suponed el caso de un pobre huérfano al que habéis dado las señas de un patrono que puede proporcionarle trabajo. De camino hacia casa del mismo, vuestro recomendado tejerá quizá un ensueño correspondiente a su situación. El contenido de tal fantasía será acaso el de que obtiene la colocación deseada, complace en ella a sus jefes, se halla indispensable, es recibido por la familia del patrono, se casa con su bella hija y pasa a ser consocio de su suegro, y luego, su sucesor en el negocio. Y con todo esto, el soñador se ha creado una sustitución de lo que antes poseyó en su dichosa infancia; un hogar protector, padres amantes y los primeros objetos de su inclinación cariñosa. Este sencillo ejemplo muestra ya cómo el deseo utiliza una ocasión del presente para proyectar, conforme al modelo del pasado, una imagen del porvenir.
Habría aún mucho que decir sobre las fantasías; pero queremos limitarnos a las indicaciones más indispensables. La multiplicación y la exacerbación de las fantasías crean las condiciones de la caída del sujeto en la neurosis o en la psicosis. Y las fantasías son también los estadios psíquicos preliminares de los síntomas patológicos de que nuestros enfermos se quejan. En este punto se abre un amplio camino lateral, que conduce a la Patología, y en el que por el momento no entraremos.
No podemos, en cambio, dejar de mencionar la relación de las fantasías con los sueños. Tampoco nuestros sueños nocturnos son cosa distinta de tales fantasías, como lo demuestra evidentemente la interpretación onírica. El lenguaje, con su sabiduría insuperable, ha resuelto hace ya mucho tiempo la cuestión de la esencia de los sueños, dando también este mismo nombre a las creaciones de los que fantasean. El hecho de que, a pesar de esta indicación, nos sea casi siempre oscuro el sentido de nuestros sueños obedece a la circunstancia de que también nocturnamente se movilizan en nosotros deseos que nos avergüenzan y que hemos de ocultarnos a nosotros mismos, habiendo sido por ello reprimidos y desplazados a lo inconsciente. A estos deseos reprimidos, así como a sus ramificaciones, sólo puede serles permitida una expresión muy deformada. Una vez que la investigación científica logró encontrar Ia explicación de la deformación de los sueños no se hizo ya difícil descubrir que los sueños nocturnos son satisfacciones de deseos, al igual de los sueños diurnos, las fantasías, que tan bien conocemos todos.
Pasemos ahora de las fantasías al poeta. ¿Deberemos realmente arriesgar la tentativa de comparar al poeta con el hombre «que sueña despierto», y comparar sus creaciones con los sueños diurnos? Se nos impone, ante todo, una primera diferenciación: hemos de distinguir entre aquellos poetas que utilizan temas ya dados, como los poetas trágicos y épicos de la antigüedad, y aquellos otros que parecen crearlos libremente. Nos atendremos a estos últimos y eligiremos para nuestra comparación no precisamente los poetas que más estima la crítica, sino otros más modestos: los escritores de novelas, cuentos e historias, los cuales encuentran, en cambio, más numerosos y entusiastas lectores. En las creaciones de estos escritores hallamos, ante todo, un rasgo singular: tienen un protagonista que constituye el foco del interés, para el cual intenta por todos los medios el poeta conquistar nuestras simpatías, y al que parece proteger con especial providencia. Cuando al final de un capítulo novelesco dejamos al héroe desvanecido y sangrando por graves heridas, podemos estar seguros de que al principio del capítulo siguiente lo encontraremos solícitamente atendido y en vías de restablecimiento; y si el primer tomo acaba con el naufragio del buque en el que nuestro héroe navegaba, es indudable que al principio del segundo tomo leeremos la historia de su milagroso salvamento, sin el cual la novela no podría continuar. EI sentimiento de seguridad, con el que acompañamos al protagonista a través de sus peligrosos destinos, es el mismo con el que un héroe verdadero se arroja al agua para salvar a alguien que está en trance de ahogarse, o se expone al fuego enemigo para asaltar una batería; es aquel heroísmo al cual ha dado acabada expresión uno de nuestros mejores poetas (Anzengruber): «No puede pasarme nada.» Pero, a mi juicio, en este signo delator de la invulnerabilidad se nos revela sin esfuerzo su majestad el yo, el héroe de todos los ensueños y de todas las novelas.
Otros rasgos típicos de estas narraciones egocéntricas indican la misma afinidad. El hecho de que todas las mujeres de la novela se enamoren del protagonista no puede apenas interpretarse como una posible realidad, pero sí desde luego comprenderse como elemento necesario del ensueño. Y lo mismo cuando las demás personas de la novela se dividen exactamente en dos grupos: «los buenos» y «los malos», con evidente renuncia a la variedad de los caracteres humanos, observable en la realidad. Los «buenos» son siempre los amigos, y los «malos», los enemigos y competidores del yo, convertido en protagonista.
Ahora bien: no negamos en modo alguno que muchas producciones poéticas se mantienen muy alejadas del modelo del ingenuo sueño diurno, pero no podemos acallar la sospecha de que también las desviaciones más extremas podrían ser relacionadas con tal modelo a través de una serie de transiciones sin solución alguna de continuidad. Todavía en muchas de las llamadas novelas psicológicas me ha extrañado advertir que sólo una persona, el protagonista nuevamente, es descrita por dentro; el poeta está en su alma y contempla por fuera a los demás personajes. Acaso la novela psicológica debe, en general, su peculiaridad a la tendencia del poeta moderno a disociar su yo por medio de la autoobservación en yoes parciales, y personificar en consecuencia en varios héroes las corrientes contradictorias de su vida anímica. Especialmente contrapuestas al tipo del sueño diurno parecen ser aquellas novelas que pudiéramos calificar de «excéntricas», en las cuales la persona introducida como protagonista desempeña el mínimo papel activo, y deja desfilar ante ella como un mero espectador los hechos y los sufrimientos de los demás. De este género son varias de las últimas novelas de Zola. Pero hemos de advertir que el análisis psicológico de numerosos sujetos no escritores desviados en algunos puntos de lo considerado como normal nos ha dado a conocer variantes análogas de los sueños diurnos, en las cuales el yo se contenta con el papel de espectador.
Si nuestra comparación del poeta con el ensoñador y de la creación poética con el sueño diurno ha de entrañar un valor, tendrá, ante todo, que demostrarse fructífera en algún modo. Intentaremos aplicar a Ias obras del poeta nuestra tesis anterior de la relación de la fantasía con el pretérito, el presente y el futuro, y con el deseo que fluye a través de los mismos, y estudiar con su ayuda las relaciones dadas entre la vida del poeta y sus creaciones. En la investigación de este problema se ha tenido, por lo general, una idea demasiado simple de tales relaciones. Según los conocimientos adquiridos en el estudio de las fantasías, debemos presuponer las circunstancias siguientes: Un poderoso suceso actual despierta en el poeta el recuerdo de un suceso anterior, perteneciente casi siempre a su infancia, y de éste parte entonces el deseo, que se crea satisfacción en la obra poética, la cual del mismo modo deja ver elementos de la ocasión reciente y del antiguo recuerdo.
La complicación de esta fórmula no debe arredrarnos. Por mi parte, sospecho que demostrará no ser sino un esquema harto insuficiente; pero de todos modos puede entrañar una primera aproximación al proceso real, y después de varios experimentos por mí realizados, opino que esa consideración de las producciones poéticas no puede ser infructuosa. No debe olvidarse que la acentuación, quizá desconcertante, de los recuerdos infantiles en la obra del poeta se deriva en último término de la hipótesis de que la poesía, como el sueño diurno, es la continuación y el sustitutivo de los juegos infantiles.
Examinemos ahora aquel género de obras poéticas en las que no vemos creaciones libres, sino elaboraciones de temas ya dados y conocidos. También en ellas goza el poeta de cierta independencia, que puede manifestarse en la elección del tema y en la modificación del mismo, a veces muy amplia. Ahora bien: todos los temas dados proceden del acervo popular, constituido por los mitos, las leyendas y las fábulas. La investigación de estos productos de la psicología de los pueblos no es, desde luego, imposible; es muy probable que los mitos, por ejemplo, correspondan a residuos deformados de fantasías optativas de naciones enteras a los sueños seculares de la Humanidad joven.
Se me dirá que he tratado mucho más de las fantasías que del poeta, no obstante haber adscrito al mismo el primer lugar en el título de mi trabajo.
Lo sé, y voy a tratar de disculparlo con una indicación del estado actual de nuestros conocimientos. No podía ofrecer en este sentido más que ciertos estímulos y sugerencias que la investigación de las fantasías ha hecho surgir en cuanto al problema de la elección del tema poético. El otro problema, el de los medios con los que el poeta consigue los efectos emotivos que sus creaciones despiertan, no lo hemos tocado aún. Indicaremos, por lo menos, cuál es el camino que conduce desde nuestros estudios sobre las fantasías a los problemas de los efectos poéticos.
Dijimos antes que el soñador oculta cuidadosamente a los demás sus fantasías porque tiene motivos para avergonzarse de ellas. Añadiremos ahora que aunque nos las comunicase no nos produciría con tal revelación placer ninguno. Tales fantasías, cuando llegan a nuestro conocimiento, nos parecen repelentes, al menos nos dejan completamente fríos.
En cambio, cuando el poeta nos hace presenciar sus juegos o nos cuenta aquello que nos inclinamos a explicar como sus personales sueños diurnos, sentimos un elevado placer, que afluye seguramente de numerosas fuentes. Cómo lo consigue el poeta es su más íntimo secreto; en la técnica de la superación de aquella repugnancia, relacionada indudablemente con las barreras que se alzan entre cada yo y las demás, está la verdadera ars poetica. Dos órdenes de medios de esta técnica se nos revelan fácilmente. El poeta mitiga el carácter egoísta del sueño diurno por medio de modificaciones y ocultaciones y nos soborna con el placer puramente formal, o sea estético, que nos ofrece la exposición de sus fantasías. A tal placer, que nos es ofrecido para facilitar con él la génesis de un placer mayor, procedente de fuentes psíquicas más hondas, lo designamos con los nombres de prima de atracción o placer preliminar. A mi juicio, todo el placer estético que el poeta nos procura entraña este carácter del placer preliminar, y el verdadero goce de la obra poética procede de la descarga de tensiones dadas en nuestra alma. Quizá contribuye no poco a este resultado positivo el hecho de que el poeta nos pone en situación de gozar en adelante, sin avergonzarnos ni hacernos reproche alguno, de nuestras propias fantasías.
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I

Lo justo y lo injusto
es un producto inorgánico de una proporción
de usar y tirar.

Un producto que emana de la colectividad,
de la comparación y la equidad
cuyo problema se refleja necesariamente
porque el ser humano no nació
para vivir en soledad.

Lo justo y lo injusto
es la diferencia matemática
entre unos y otros,
como una apoplejía de la igualdad
o el quebranto de una proporción
en una regla de tres,
donde la equis, es desproporcionada
por manipulación de las teorías.

© Luis Vargas
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2

La justicia es esa balanza
sometida por las leyes
del hombre
para evaluar nuestros propios actos

Una libertad castigada
ante lo justo y lo injusto
ante la moralidad del bien y del mal

el equilibrio del ego humano.

© Begoña Martínez

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3

Dicen que allí, al otro lado,
—de no se sabe dónde—
los hombres no usan armas
no hay límites ni divisiones
ni magníficos intolerantes.

De este lado, digo yo,
sobran los límites
los magníficos intransigentes
las excusas,
y hasta algunos dioses.

© José Valle Valdés

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4

La canícula presumía de fuego
abrazando las almas y las conciencias.

El aire, como vapor de agua hirviendo,
rodeaba la tragedia de las personas.

La gelidez, convulsionaba la razón
globalizándola para convertirla en sinrazón.

Las fantasías parecían hechos
y los hechos fantasías.

Un poder encareció la justicia
y las victimas se acumulaban a montones.

Luego llegó el otoño y la gente recordaba
haciendo cábalas sobre lo justo.

Vino bien el aire fresco del invierno
y calmose la inquietud, aunque quedó el rescoldo.

© Luis Vargas Alejo

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5
 
Piensas, porque se ha de pensar
y es imposible no hacerlo
en las líneas divisorias
de este mundo.

Y sumas, sumas al mar tierra,
a la noche día,
a la sombra luz.
Unes límites,
rellenas abismos, elevas llanos.

Y avanzas.

Avanzas, sumando igualdad
a la matemática
de restos y divisiones.

Pero, qué sumar a la hendidura
de historias podridas.

Y vuelves a pensar, con el peso
de la mierda en los bolsillos... 

© Begoña Martínez
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6

Quedan fondos por conocer,
aún el mar guarda sus misterios
y la muerte, cotidiana, es sorpresa
ante la infinita presunción. 

Aún sondeamos el oráculo de Delfos
cuando se interponen los abismos
de las dudas milenarias,
porque las costumbres nos esclavizan
y se buscan los párpados de dios
para hacernos la esperanza del alivio,
sincréticos hasta la médula.

No hay edad para la muerte,
desde la primogénita luz
nos adviene el recelo
por la taxativa magnitud del vacío
que nos condena a la inercia
y la negligencia de buscar fuera
temerosos de nuestros adentros.

Fue por conveniencia, más que necesidad,
que un hombre rubio
impuso a dios su semejanza.

© José Valle Valdés
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7

El tiempo se dilata lo justo,
los espejos sin cristal
esparcen imágenes diversas
mientras que los vidrios
distorsionan los óvalos.

La luz justificaría lo oscuro
si proyectara como un laser la invectiva
no sólo de los colores y las formas,
sino también de las ideas.

Veo con resquemor lo transitorio
de la siembra y la cosecha
como una discrecionalidad y sumisión
a la tierra, al clima y las estaciones.

De cualquier manera, sé
que cada época exige de la rotulación,
de la siembra y la cosecha.

El ser humano es un temporero
que se proyecta en los segmentos del tiempo.

© Luis Vargas
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 8
 
Ojalá se pudiesen borrar las cuitas
al igual que el viento curvado
del saxo, se lleva las promesas
y esperanzas,

que la música no tuviese tempos
cónicos, abiertos por las llaves
del hombre, en sus inaccesibles
notas de sol

y que tu y yo midiésemos lo mismo
en la proyección de líneas y espacios
del pentagrama de la vida, 

en el te incluyen
con un do adicional.

© Begoña Martínez
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 9


A partir de la clausura y la insolencia
fraguan sus crónicas de ambiguo lenguaje, 

exhibiendo lauros de exangües victorias
sobre la insignificancia de sus doctrinas,
discursan afectados con mentiras precisas
que embelesan a los desposeídos,
asombrados de la pulcritud de sus tribunas
y la musicalidad de las palabras.

Urge revivir a los grandes poetas muertos 
que hicieron de sus versos banderas,
aquellos ilustres esclarecedores
que despertaron pueblos o glosaron
sus dolencias en poemas combatientes.

Hay que emular a Vallejo y Benedetti
para que los parias respiren algo más
que azufre y viejas carencias.

Se necesitan nuevos autores
enardecidos en revivir la gloria
de los indispensables difuntos poetas
del hambre y la intemperie,
para que ocluyan las débiles voces
de los amanerados pitucos de la concordia
que siguen zurciendo los poemas del alma,
sacrificando al cisne de Darío
junto a las azules pupilas de Bécquer.
 
© José Valle Valdés
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10

Las alturas son un alarde de las laderas,
por donde pasan los senderos intemporales
de los bosques de pinos y los pedregales.

La gasa azul que nos cubre la realidad
es una dimensión que tapa las causas
y se desvanece sobre los nimbos de los sueños.

Y las circunstancias fantasmagóricas, trascienden
las aspiraciones frustradas y los miedos, nacidas
del genio y esfuerzo del hombre, cuando lucha
y cimenta la libertad y la independencia
en la poesía temática.

Todo lo demás es aleatorio.

El espacio en que nos movemos en la cotidianidad
de la historia, la del día a día, de los que no somos nadie,
es muy distinta de los que suben a las alturas
porque sienten vértigo, se vuelven locos, se creen poderosos
y tratan, desde arriba, de apoderarse del mundo.

© Luis Vargas
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11


No fue posible subir
todos los peldaños hasta la azotea
con el peso de la carne,
envasada al vacío,
en las manos.

Un sólo e insignificante tropezón
hizo que las hormigas
doblaran su peso,
cargando con la gravedad.

Un pájaro engulló la torpeza
y alzó el vuelo.

© Begoña Martínez 
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12


Perderás. Solventarás con la violencia
—tal vez con el deslustre o el desaire de los tuyos—
a esta exaltación superflua de admirarte:
tu pasión por el dinero y los arquetipos

tu rencor a las fértiles palabras
y la apostura irreductible

de los altos ideales,
te sucumbirán contra las islas.
Porque el odio será una isla
—créelo—. 


Sufragarás con tu derrumbe
esta desnaturalizada coacción
este mezquino y  perverso afán
de corromper el espíritu:

cuando todas las verdades
que deben salvar al mundo
quepan en un breve poema.

@ José Valle
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13

Exponente de penurias,
levedad que se hiza,
esencia patrimonial.


Catedrales de piedra,
cañizo, adobe, paja
o madera, no diferencian
la convicciones, y sí
las ideologías.

La justicia humana
es una estructura 
de la desigualdad social
que se diferencia de la Ley
Suprema, en los artículados
artificiales, que sólo favorecen
a quien las escriben y dictan,
como un abovedado de gótico
flamígero, cuyo artesonado
será de escayola y con goteras.

No me valen las ideologías;
me valen las convicciones.

© Luis Vargas  

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14


Es indigesto tener que tragarse a diario
el menú plástico y corrosivo
de la política y la justicia
como para encima tener que escribir la receta.

Las típicas gambas con gabardina
congeladas,
anguilas reproductoras en el fondo del océano
o chocolate el moro.

Siempre falta sal y le sobra azúcar.
Siempre hay gallinas y muchos huevos.
Siempre se harina, se reboza, se fríe y refríe.

Ajo y agua.
Pan comido.

 © Begoña Martínez
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15


Inclusive este mercado irracional,
tan brutalmente asegurado,
será historia ése día
en que hemos de tomar partido
entre el cántaro o la fuente
y de este silencio surja la voz
que desembriague las distancias
con el amor de los versos duros
del aliento humano y sus valores.

Frondosidades de la vida no ocultan
las cicatrices de adversos siglos
tatuados en la memoria
desde el primer verso
ante las profanaciones de la aurora.

Estas escenas de suntuarios abstrusos
no lograrán sepultar para siempre
la quimera y sus rebeldías,
el milagro que hace a los hombres
crecerse de la muerte necesaria,
abducidos por la venerable luz
de las morales estrellas.

@ José Valle
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16

Todas las mañanas desayuno
con una corruptela española
que me corta el café con leche.

Deben tener el cofre
lleno de monedas con orín,
billetes blanqueados por la nieve
del Mont Blanc, custodiados
por trampas para ratones.

Y qué leche con el café cortado,
sin azucar, con sacarina, con pan
del día de ayer y escuchando
la frase célebre: ¡yo no he sido!

No sé si podemos o no podemos,
pero lo tengo muy claro;
no habría crisis económica y bursatil
si no se hubieran llevado los billetes
según los iban fabricando, calentitos,
y podemos, ¡claro que podemos!
ponernos para salir a la calle
cara sonriente y decir: 
¡hoy podremos!

© Luis Vargas
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17


La historia se repite, pero no se parece:
El mamut sueña con la dimensión infinita de explanadas verdes,
el homo sapiens también tiene esperanzas. El hábitat de la tribu
nómada al que envenenó la glaciación.

Ahora se baila la danza de la lluvia, abriendo los brazos
hacia el cielo, para recibir el maná.

El mundo jamás fue nuestro, ni tampoco las expediciones
a la luna, por mucho que las banderas ondeen
en atmósferas irrespirables
o que el orgullo escriba los himnos.

Vemos entrar tierra y polvo bajo el umbral
de los “hogares”, extendiéndose en alfombras grises
hacia los campos santos en los que el aire acecina la carne
de la indignación.

Hay que batear las orillas de los ríos
para encontrar cantos rodados.

Y puesto que el agua borra las huellas
de la senda de la lucha, y sólo el vetusto Baco
nos anima la vida, que el desafiante Bóreas nos ayude
en la disposición justa de las leyes de la criónica.

© Begoña Martínez
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18


No concierta la necesidad con el empuje
para oponerse al Sistema.
Jura, nombrando cada santo,
que jamás será un indignado con armas.

No, su ídolo Gandhi, lo señaló:
satyagraha —abrazo a la verdad—
y ahimsa —sin daño; sin violencia—.

No carga explosivo entre los ojos
ni levanta la voz
contra el agente que le atropella:
lo humilla llamándole hermano
—mientras intenta limpiarle el uniforme
salpicado con su sangre—.

Tampoco aspira la soberanía de los radicales,
expele una excelsa y mística ruptura
ante el desmedro,
con grandilocuencias medidas, circunspectas,
cierra sus labios rajados por la infamia
adelantando sus manos abiertas
para abrazar la arrogancia del enemigo.

Presume de su fuerza interior…
será un cadáver sin máculas
y su elevado espíritu
merecedor del paraíso ante Dios.

¿Será el mismo dios que esgrimen
y, al que por igual, rezan sus victimarios?

La fe en el bien; crea mis dudas.

© José Valle
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19


El bienestar temporal es una traición
que engendra envidias,
como una camisa nueva de lujo
que se desea, se exhibe y disfruta,
cuando otros van desnudos.

Hércules no gozaba con la música
y mató a Lino con un golpe de arpa;
el horror de la muerte paraliza el bien
como una helada temprana que usurpa
la vida de la rosa, secándola en estupor.

Cuando la mezquindad arrebata los amores,
se precipita al vacío desde el talud de la avaricia
la dignidad del ser se desprenderá del blanco armiño
engendrando aludes de enormes piedras basálticas
sobre las cabezas preñadas de sueños
de aquellos que buscan el bienestar sin los otros.


© Luis Vargas 

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20


Se advierte:

Las sales de frutas
del edén justiciero,
es polvo almacenado
por la indiferencia
política, 
y enquista el esófago.

Envenena el lenguaje
y la acidez chapotea
en su salsa.

El espumillón corrosivo,
que quiebra las entrañas,
decora el verbo.

Tras arcadas de impotencia,
del suburbio intestinal,
brota el vómito.

El vacío y la poética del hambre
no entienden de tuétanos.

© Begoña Martínez
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21

Desfilan rebatos y desencuentros
que empañan los olfatos de la inocencia.
Se rompe en piezas el orbe
por sostener aranceles de plazas
y marchitas esquinas obsequiables
donde se sostienen espejismos de grandeza.

Las ilusiones y sus espacios me duelen
cuando la historia me destroza el compás
y no encuentro estrella que señale el norte
en esta coyuntura;
donde se validan los triunfos del atropello
divorciados de razones y virtudes.

Contrasta la armonía de las mareas
con los pretextos alienados, que sustentan
el consorcio que han hecho de la sociedad,
para que aceptemos golpearnos,
cabeza contra cabeza,
al son de los nuevos eslóganes
que superan a las trompetas de Jericó.

© José Valle 
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22


Me proyecto como un funámbulo
en la cuerda imaginaria de mis versos,
me balanceo,
doy la vuelta,
cruzo,
tengo miedo,
juego como los niños
en el mágico mundo de los sueños,
miro,
observo,
copio,
vomito el inconsciente,
me quedo bailando en la cuerda floja,
no sé si el viento,
la pértiga del equilibrio,
el ruido de la gente,
el vacío,
el extraño vértigo,
o la ansiedad
que proyecto sobre personas, animales o cosas,
me hará caer,
son como sentimientos reprimidos,
artificios mentales,
cualidades
que comunico a los otros,
positivas o negativas,
sabiendo que en el verso
hay un lugar pequeño y otro grande,
un dolor,
una nostalgia,
un disfrute,
una alegría,
un desahogo,
una pócima insoluble
que suscita eternos conflictos
en mi mundo chiquito.

© Luis Vargas
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23
 
Somos los gusanos
que se abren camino,
en el fermento de un queso
expropiador
de cavidades de oxígeno.

Somos las ratas,
infectas de hambre,
que se han de comer
la carne putrefacta del fast-food
de la salubridad.

Somos el melursus ursinus
del circo, que baila
al son de la música
para dejarse la piel en vestir
el armario del domador.

Somos las manos contaminadas
que hallan en la basura,
el blanqueo de la economía
que engorda tarjetas black.

Somos el ojo tuerto
del zapping en información,
que alarga el cable con funambulistas,
cruzando el vacío,
hacia la esperanza de lo imposible.

Somos la pulga
de la letra pequeña,
en una operación
a vida o muerte,
para entretener.

¡Mexan por nos e temos que decir que chove !

© Begoña Martínez
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24


Nada está en su lugar ¿no te das cuenta?
Mírales fuera de sí
sin aguardar la gracia para cualquier estreno,
irascibles sin bocas para la risa
dos pasos más allá de cualquier lógica.
Los uniformados instituyeron las subastas.
Cada cual tiene que pujar sus libertades
aportar por sus pasos, por algo de voz.
Barroco el discurso, les marea
en un carrusel de símbolos
y amanecen boca abajo,
rumiando las palabras guardadas
por la sabiduría de la hambruna,
que siempre les llama al silencio,
donde se les pudre el vigor
para la necesaria réplica.
© José Valle Valdés
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25
Y tal vez mañana,
cuando la alondra se pierda de vista
y el canto ya no suene en las llanuras,
habrá silencio,
reflexión,
equidad,
campo abierto,
reunificando las ideas de concordia
no como teorías,
no como ideologías,
sino como convicciones
profundas,
sanas,
humanizantes,
promoviendo un nuevo mundo
que, necesariamente, ha de llegar,
y entonces, sentiremos cantar
a la alondra en vuelo,
perderán
las landas
su estamento,
y el hombre
enseñoreará la tierra.

© Luis Vargas
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26


Hay días en los que no puedes evitar
pensar en el futuro.
El café silva con aroma a despertador;
pones un cigarro en la boca;
las noticias hablan de “ Esperanza”:
no lo se..., no me acuerdo..., no conozco...
Aún no es hora de abandonar el barco.
Se derrama la leche, los niños discuten:
has sido tú
no, tú.
Los llevas al colegio.
Hay niños, que cargan con los libros
a su espalda,
otros los llevan sobre ruedas
y los hay, que no tienen libros.
Hasta luego, mamá, dicen colocándose en fila,
a empujones, hasta que una sirena
iza el alto
y entran.
Enciendes el transmisor:
...las legumbres son beneficiosas
para la salud
-por suerte, hoy hay lentejas-
Interrumpen con otra noticia:
un incendio en el banco de España
-¡ésto no huele bien!-
Tienes la cartera vacía,
coges de la hucha un euro,
te acercas a por el pan,
y tiras la basura.
¡Oh, se ha quemado la comida!
Vas a buscar a los niños:
-El mejor sitio para esconderse,
es detrás de la mesa
del director- dice el pequeño.
Improvisas el rancho
con una patata
y un puñado de arroz,
que encuentras en la alacena.
Antes de salir a jugar al parque:
repaso de divisiones
-repartir en partes iguales-
y lectura del Principito.
Llueve.
Sacas juegos de mesa:
hundir la flota,
el monopoli,
el ahorcado
y el risk.
Te quedas sin barcos,
estas en la quiebra
y con las soga al cuello.
Las estrategias se te acaban
antes de empezar ha invadir países.
Pones la cena y el marido
entra por la puerta;
tiene las manos amoratadas
y hollín bajo las uñas,
pero sonríe: se ha cruzado
con un R7 del año 76.
Se le iluminan los ojos
recordando esa reliquia.
Enciendes la televisión, hay un reportaje
de las cámaras de gas en Auschwitz...
El marido duerme.
Los niños duermen.
Ya es tarde.
...y cubres tu cuerpo
con la fría sábana.

© Begoña Martínez
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27

Es un mito que a estas luces desmerece
en los corrillos del fingimiento y el desmadre
enajenado de las querellas que se detienen
contra el eco de alcurnias
y prominencias incrédulas.
Es una mar de grises muros
que guardan murciélagos entre sus grietas
mientras derrumba fundamentos
y destroza los debilitados espíritus
regalándoles el vicio y sus narcóticos
en ceremonias de reptiles espejismos.
Es un recital de celebraciones
que arruinan los goces perspectivos
de la inteligencia
para suspendernos en las incertidumbres
inocentemente crédulos—
ante los címbalos del silencio.
Es una represa que detiene los afanes
y desconcierta los atributos de las virtudes
exigiéndonos el quebranto de los principios
en una ralea de posibles metáforas
que iluminan el absurdo.
La democracia es un río que adormece
y nos miente los profundos paradigmas
de la bienaventurada libertad
que nos desconoce.

© José Vallle Valdés
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28
Hay muros de cemento,
muros de piedra, de adobe,
de arena
de jardines
de fronteras
de lenguajes
de economía
góticos
románicos
de montañas
de vergüenzas
de lamentaciones
de rompeolas
de querencias
de amores
de religión
de casas en ruina
de ideologías
de papel de arroz...
hay muros invisibles.
Los muros ni se caen, ni se destruyen:
se trasladan.
A veces, se camuflan con pinturas de grafiti.
© Luis Vargas
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29

 
Está de moda la falsa vestimenta
que priva los latidos, el tacto
y los pensamientos,
traspasar las fronteras de la desnudez
en días de frío invierno.
La misma moda que viste la democracia,
en un país convulso,
donde se queman sus últimas hojas de otoño
en bidones de chapa,
recortados con las concertinas
que sajaron la piel del guante,
que ondea en lo alto de las murallas
con aires de libertad.
 © Begoña Martínez
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30

Miserable época ésta,
en que los resignados chupan
a gusto sus cadenas.

Muchos se examinan a diario,
para asegurarse de merecerlas:
son dignos de sus malas vidas
y peores muertes.
El señor y el siervo complacidos:
alucinación fastuosa
de un presente denigrado.
Malditos tiempos éstos
de la contención sodomítica
ante los desafueros del capital.
© José Valle Valdés
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31

Por todas partes se descubren
cuevas de Alibabá;
billetes escondidos en zona de nieve,
llenos de mierda,
para lavarlos después del robo.
Fraudes a troche y moche
en un país donde los privilegios
de tantos parias desalmados
le permiten acceso a las arcas públicas
o inventan mecanismos complejos
con sobornos y comisiones
para alcanzar la llave del botín.
Y el pueblo pasa necesidades
y hay crisis,
y la economía de las grandes empresas
se engordan,
mientras flaquean y disminuyen
los recursos de las familias.
El paro aumenta. La luz se apaga.
El piso me lo embargan. La corrupción
aumenta. Se llevan de los bancos mis ahorros.
Los gobiernos no sabe nada.
© Luis Vargas alejo
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32
 
La corrupción se instala en la estructura
de mis versos. Pues vivo en un país
que abre sus puertas a concurso,
triunfando con el plan B.
Como mis fondos son insuficientes,
con el sueldo del 25% de los lectores
que perdieron su trabajo, más la firma
esperanzadora e ilusionada de jubilados,
analfabetos y ciegos, hago reformas
para agrandar la ciudad de Liliput.
Traspaso las fronteras,
haciendo sonar la flauta de Hamelín,
para que las ratas
se eduquen y trabajen.
Y sólo me codeo con aquellos que blanquean
mi imagen, llevando armamento poético
con balas de luz, a países
que violan el derecho a la humanidad.
© Begoña Martínez
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33

Para que no se generalice la suerte
el capital sella puertas y ventanas
geniales en maquinar
sus teorías justificantes—.

Es una ficción,
eso de que desviar la vista de los males,
evita lo sagrario del sufrimiento;
ellos siempre estarán ahí
para denostarnos
con la cal viva de la  existencia.
Como cuando habla Orula,
a través de su círculo mágico,
haciéndonos creer en la justeza
de las estrecheces,
con su oralidad metafísica.

© José Valle Valdés
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34


Los piratas de ayer
se les distinguía por la pata de palo,
el parche en el ojo,
el jubón ancho con la espada al cinto
y la bandera negra con tibias y calavera.
Hoy los piratas visten de ejecutivos,
suelen estar al frente de una entidad bancaria
o estar introducidos en política,
viven en grandes mansiones,
buenos automóviles,
beben guisqui con soda,
y los fines de semana juegan al golf
o pasean en grandes yates
con bandera blanca.
No piratean en la mar,
sino en los mercados bursátiles
desde un ordenador.
© Luis Vargas
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35

Pienso.
Siempre pienso
entre barrotes
de jaula. 
 
Habrá un día
que los pájaros,
hartos -de pienso-,
se tiren a la carne,
a los ojos.
Llámenme peliculera;
hay quienes hablan
de psicosis.

© Begoña Martínez
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36

Desoladas las tierras indígenas,
donde lloran los tucanes
por Túpac Amaru, por Moctezuma,
por el Inca y los jaguares de la sal
que habitan las noches del templo
en Machu Picchu y Tenochtitlán
Vacías las ánforas proletarias
guardan el eco de históricos rugidos.
Aquí el perfume profundo de la tierra
en los estentóreos del puma que muere
entre las auroras azules
que habrán de regresarnos al Dorado:
para la venganza en él.
Siguen trayéndonos los espejitos y las baratijas,
pero la inocencia fue desvirgada
y no caemos en la locura de los vinos agrios.
Ya sabemos de sus flaquezas,
de sus caballos hacemos nuestro tasajo.
No se puede comulgar
con la experiencia de pasadas agruras
requiriendo por lo que ya no existe.
© José Valle Valdés
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37

Escogimos el verso
para enfrentarnos a la vida.
Y muchos nos miran
como si fuéramos gente rara.
Todos los que no escribieron nunca
los sueños y deseos en un poema,
cerraron las puertas al conocimiento
y fueron y vinieron por las calles
de ciudades extrañas sin ver
la belleza.
Llevaban un maletín en la mano
lleno de proyectos y negocios
y alcanzaron mayores rentas materiales,
algunos traficaron con el arte
enmarañando la emoción del poeta,
del pintor, del escultor, del artista.
Perdieron la ilusión que marca la senda
de los destinos, el almiar que guarda
los sentimientos y las emociones, las dudas
que nos hacen más humanos, el silencio
de las noches sin luz, y huyeron
de los anhelos olvidados, de la memoria
de los afectos de la infancia.
Perdieron el gozo de reconstruir la vida
y mataron a cuchilladas la cordura
produciendo sociedades conspiratorias
de dudosas economías dolorosas,
sin tener en cuenta, que la poesía, el arte,
es capaz de cerrar heridas estigmadas
dejándonos a todos mutilados, ninguneados,
porque creen que los poetas no son nada,
no son nadie.
El poeta es en los versos, el vendaval
que sopla cuando cuando no hay viento.
© Luis Vargas
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38
 
Hace años, la suela de los zapatos
era de calidad, nada que ver
con el plástico “low cost”
de las multinacionales:
se adhieren a la tensión de los chicles,
como si tuviesen algún parentesco;
la fricción continuada con la tierra,
agujerea las pisadas y te deja descalzo.
Es lo primero que viene a mi cabeza
cuando leo, en la portada del periódico,
que el barril de petróleo ha bajado
de las nubes.
Pero la verdadera noticia está
en las ofertas de empleo,
justo al lado de las esquelas.
© Begoña Martínez
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39


Un individuo es un momento compacto
que en el espacio se torna emulsión,
se transmuta en otros
y va conformando los sueños a sus adentros.
Se macera en un gigantesco pilón de café
con una mezcla, que pienso, semejante
al vinagre que ofrecieron al cristo, junto
con otras cosas perecederas e ingratas.
Es un elemento confinado y desechable
que se usa para concebir dudables transiciones
en el ámbito que le permiten.
Una mera amalgama de músculos
trincados con la fuerza de la costumbre
que va aceptando el futuro que le designan
con la esperanza eterna de superar el caos.

© José Valle Valdés 
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40

Cuando las palabras se escriben verso
y se cumulan en poemas como un rosario,
contienen oculto el gen del silencio,
de la misma manera que la llegada del otro
implicita el dolor de la despedida.

Escultura rota que se me antoja flor de otoño,
casas abondonadas, lluvias torrenciales,
y ocasos brillantes que te emocionan;
trozos de cristal que espejean nuestra vida
y están ahí siempre observándote,
como la escultura vieja del parque, inmovil
y serena, que recuerda tu vida entera.

© Luis Vargas
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41

Todo blanquea y reluce.
Sofás blancos, butacas blancas 
y un televisor murmurando,
la inminente entrada de la Pantoja en la cárcel.
Colgados de la pared, bajo una luz tenue
y artificial, el odontólogo
expone sus diplomas, nada que ver
con los cuarenta y siete títulos
con los que convivió la duquesa...
Una vaga radiografía ve el dolor.
Sólo, una escandalosa fortuna
puede matar el nervio.
-En la raíz está el daño-
© Begoña Martínez
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42


No nos permiten sosiego.
Pugnan las alturas,
el cielo se parcela,
la tierra se quiebra
y no se comparte.
Nada sostiene el atropello
cuando todo es caída.
La gravedad está en litigio,
cualquiera sabe
a quién se la otorgarán
La razón se impugna
mientras, se juega en la Bolsa–
y ya nada es fundamental
en su hecatombe.
© José Valle Valdés
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43

 
Oigo sones de otros tiempos,
trompetas de querubines,
quizá me esté volviendo loco,
o es que el mundo
se disloca
como un remolino vendaval
que sopla sin ritmo ni concierto
de tanto calor a la izquierda,
de tanto frío a la derecha,
mientras arriba y abajo
se vuelan las mondas
y caen
por la fuerza de la gravedad
como alimento del sur;
se están perdiendo
los puntos cardinales,
y a la máquina del tiempo
se le han saltado los resortes:
es hora de que cambie todo.
© Luis Vargas Alejo
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44
 
No soporto las dolencias
que desmigan los bolsillos,
dejando el rastro a ningún punto
de origen.
Ni tampoco, que un friki oportunista
tenga en su mano la última campanada.

Me duele que se use la imagen de la humildad,
para regalar la ilusión que paga el Dom Perignon,
el marisco y la nieve en polvo 
que cubre la ladera del paraíso fiscal.
Queridos reyes del mambo
guárdense la magia
y los juegos del hambre.

No estamos para películas.
© Begoña Martínez
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45

Los hombres se desconocen,
nada los une en este presente
del desgaje y la osamenta.
Tiemblan ante las magnitudes elípticas
de cabezas desprendidas por los azotes
de estos raros vientos
en las cuaresmas sociales.
Nada les resulta.
Las azimuts de los astros
no les posiciona en lugar alguno
y la línea de la costa les confunde.
No hay sitio donde encajarse
suavemente en paz.
La razón cubierta de nubes
queda alejada de las relaciones
y la vida confunde.
Las ideas están en las alturas imposibles.
Frontales a las reminiscencias
entre las rocas y un nuevo sol
saturado de juramentos y bostezos
ungidos de promesas acomodaticias
bajo las pieles indescifrables
de extranjeras esperanzas.
© José Valle Valdés
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46

Hubo una vez un país
donde había progreso y bienestar.
...trabajo, buenos salarios,
préstamos, hipotecas, orden, alimentos
y casas para todos.
La clase media crecía y los jóvenes
podían trabajar o ser universitarios.
Octava potencia mundial, país del sol,
la alegría y el desarrollo creciente.
Pero un buen día, vino un viento europeo,
muy frío, cargado de promesas legales
de la conveniencia de crear un imperio
mercantilista con una sola moneda.
Promesas constituyentes de subterfugios
e invasiones para empobrecer a este país.
Y así llegó "la prima de riesgo" "la recesión"
y con un manto negro apareció "LA CRISIS"
Las tres señoras eran brujas conceptuales
cuya misión era apoderarse de la riqueza,
costumbre y bien vivir del ciudadano.
El riesgo de la prima oscura, no era otra cosa
que el riesgo que corría el pueblo
de perder el trabajo, la casa y los ahorros,
que insistentemente, con impuestos
y otras argucias, reclamaba el gobierno
adherido a ese viento helado europeo.
Había que fortalecer el sistema bancario
y especulativo de las finanzas, y aniquilar
la clase media económica.
Sólo podía haber ricos y pobres y aparecieron
las estafas, los millones en paraísos fiscales.
Subieron los impuestos de todo, bajaron los sueldos,
cerraron mil empresas, y los bancos se fortalecieron
apoderándose de los depósitos corrientes
convirtiéndolos en preferentes...- preferentes para ellos-
se desahuciaron a los que ya no podían pagar sus deudas
sacándoles de sus casas a empujones, y la legalidad
gubernamental, reformó la Ley Laboral donde el patrón
podía despedir sin indemnización con sólo estimar
que ese año iba a ganar mucho menos
-a pesar de sus muchas ganancias-
se recortaron las subvenciones a los parados
y la sanidad pública mermaba y desaparecía
con imposibles copagos.
La gente trabajadora empezó a sentir miedo, hambre,
necesidad, sin casa y en la calle, y comenzaron
a emigrar.
Las protestas en la vía pública, la indignación del obrero,
las reivindicaciones y peticiones al gobierno
ningún gobernante las escuchó. Los políticos vivían bien.
Se agitaban los brazos, se alzaba la voz, algunos suicidios,
y llamaron a las puertas de las grandes mansiones del poder...
¡Eso es ilegal! comentó el gobierno:
¿por que yo le desahucie, le acose a impuestos,
le quite medicamentos, le niegue el trabajo,
las becas de estudio, las subvenciones,
permita que su banco le robe el dinero
y que le ponga tasas si quiere denunciar,
que le quite todos sus derechos
va usted a echarme en cara y molestarme
en mi casa porque le siente mal?
¿¡No ve que estoy salvando al país
de la crisis tan grande que hemos creado los poderosos,
los grandes del país,
para que con vuestro esfuerzo y sacrificio
sigamos viviendo los ricos, calentitos en casa, y podernos
ir de vacaciones a las islas Caimán?!
Su protesta es ilegal, porque lo dice la ley,
la ley que he confeccionado yo: el poder.
Ustedes, esbirros de la gleba, ¡a callar! ...
Y así fue como ese país fue invadido por los bárbaros del norte
-como en otros tiempos-
como las invasiones napoleónicas, como los países de ultramar,
por imperialistas avariciosos con ideas maquiavélicas y kafkianas
logias de poder especulativo y virtual.
Y así se apoderaron de ese país y de otro y de otro más,
siendo cómplices los gobiernos corruptos,
escudados en una CRISIS ficticia
que se acomodaba a resortes falsos de escasez.
Como desaparición de dinosaurios
no queda hoy en el mundo ilusión,
ni democracia, ni obreros,
ni campesinos, ni asalariados,
sólo unos esclavos que cuidan los campos de golf,
de los yates, las grandes mansiones
y el tesoro escondido que disfrutan los poderes
en su reino de dioses, que no creó dios;
¡un edén para gente importante!
Y colorín colorado, este cuento de pura fantasía
se ha terminado.
Ah¡, ya no existe ese país. Ahora está dividido,
es otra cosa, es una mierda.
© Luis Vargas Alejo
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47

Caen las bayas del madroño
ensuciando las altas esferas.
No obstante, la ramificación
siempre queda vestida
de victorioso laurel.
Sin embargo, las hojas de la acacia
empujadas por el frío viento,
remolinean
a los pies del árbol desnudo.
Brotarán nuevas hojas
ignorantes de su destino.
Aunque Orión de caza a las Pléyades,
Atlas siguirá distanciando,
el cielo de la tierra.
 © Begoña Martínez
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48


Al borde de lo afectivo
alcanzamos una realidad contagiosa
que discursa bajo el escandaloso sol
de un atrevimiento apasionado
por una mayúscula convergencia
contra la escasez
de vergüenza y alimentos.
Noticias melodiosas reiteran
nuestro menor avance
y se detienen en las angustias
del resto del mundo,
mientras la isla navega verde
sobre los mares grises.
Cuando sacar nuestros lunares a la luz
sería decentemente enaltecido…
Mejor, me voy entre las caderas de tu flor
hacia el punto germinado
donde las espumas crecen
del jugo vaginal
que exprime el brote de locura
cuando eyaculo un vislumbre,
un vuelo dentro de ti,
regresándome la esperanza
en el mejoramiento humano
para vibrar en los extremos, sin anécdotas,
sin tibiezas, bajo tu falda de melodías.
© José Valle Valdés
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49
Queda la ventura franca,
la muerte ubica mucha vida
en su pertinaz vigencia
de siderales locuras
bajo las inclemencias del sol. (José Valle Valdés; del poema “Nunca lo olvides”)
Y para comenzar
abro el balcón
y respiro la mañana:
incertidumbre de un día cubierto de lluvia,
el amargor de un café… (Begoña Martínez Bermejo; del poema “Para comenzar”)
Si las ausencias pudieran combinarse
con néctar de fruta y gotas de ron
yo estaría borracho de infortunios
cuando veo tus versos en la senda
como pétalos de rosal volando. (Luis Vargas Alejo; del poema “Los que se van”

© José, Bego, Luis
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50


Y acabando el año siete
de mis sesenta y siete años, 2014,
quiero recordar -que es vivir dos veces-
como en el conjunto del tiempo
la vida pasa.
Y tanto es así, que los amores de ayer,
son las arrugas de hoy, los miedos
y las torpezas, mi idiosincrasia, y todo
cuanto pasó, las dichas y sinsabores
son un columpio.
Y a pesar de lo que pesa, del ruido
y las nueces, de las orillas del mar
y las arenas de acullá, de mí mismo,
de los gobiernos, de las guerras,
de las calles con escombros, de ti y de mi,
de la rosa del rosal.
A pesar, de lo que tanto he querido y no está,
de los apuros, de las tormentas, de la luna
en noches de soledad, de los días en que oyes
una canción, del silencio, de la melancolía,
de mis padres que se fueron, de los hijos
que se van. De todo cuanto acontece, bueno
o malo: la vida es bella.
© Luis Vargas Alejo
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Al menester de la libertad
le crujen los huesos,
como al atrio
de madera
donde arrodillé la fe.

He dejado de creer en el futuro
pues lo que hube, hoy,
es pretérito anterior.
© Begoña Martínez
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52

El apego a los principios que humanizan,
la zozobra
por el tránsito indetenible
hacia el polvo que seré
y que otras energías
repitan el ciclo
de las temporales presencias:
me niega.
Todo es negación,
o nada nos abarloa a lo eterno;
porque todo es preámbulo,
regresiones y nada más. 
© José Valle Valdés
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53

En el tiempo que vivimos
Cruje el alma.
Desparramamos con palabras vanas
La vida
Que emergiendo espontánea
Se muestra hostil
Naciendo como nace del amor
En esta sociedad canalla.
Cae nieve y hace frío
Tengo frío en las entrañas.
En la emoción tengo frío
¡Tengo frío!
Por las calles y tejados
Nevados
Al pasear voy pensando
Y pienso
En lo que es
Y pudiera haber sido
En lo que hago
Y pudiera haber hecho.
Pienso en las ciudades
Que se queman en las guerras
Pienso en la historia
En los campos
En las choperas
En la espera
En la sangre de la gente
En los muertos de tragedia
Y en aquel señor barbudo
Mezclado en los suburbios
Con el desprecio de un sistema
Capitalista y “dulgente”.
Pienso en la corrupción
En la sed
En la contaminación
En las balas
En el dolor moral
En los tomahauk
En Sopenhauer
Y en Kazka
En la locura de Nietzsche
Y. .me miro mis manos
Y están vacías.
Veo un extraño duelo
En los ramajes
De los árboles callejeros.
Hay un silencio en cada hombre
Una Navidad
Y un desconcierto.
No hay palabras ni gestos
Sino una irreparable duda
De misterioso imposible.
...Las alegrías remedan
a las pasiones
y voy cantando
escuchando mi propia música
hablando solo
para vivir remediando
la verdad que me prestan.
Bien es sabido
¿qué puedo yo deciros?
Que la amistad lo cura todo
Y que esta se construye
Con la amistad
Pero apenas hay amigos
Nos acurrucamos unos con otros, sí,
Pero nos usamos más bien
Por intereses desconocidos.
No nos sentimos a gusto con los otros
Y no nos entregamos
Pues el calor que debería desprenderse
Del ser humano
No tiene base social.
La inteligencia
O fundamento de nuestro superioridad
O no se tiene
O se usa mal.
Si pensáramos.....
Se habla de mensaje y contenido
De poner poesía en el vivir:
De saber ser esposos
Padres
Hijos
Profesionales
Solidarios
Religiosos
Amantes
Reivindicantes
Austeros
Demócratas.....
Se habla del déficit
De la economía
De la crisis
Del progreso
De los mundos
Del final
Del comienzo
De la ciencia
De la Europa
De la India
Del Oriente meridional
De la España de hoy
De la de ayer....
¡Qué se yo!
Se habla por hablar
Pero nada se entiende.
Después
nos miramos las manos
Y están vacías.
II
Manipulado el pensamiento
Destrozado el sistema nervioso
Mutaciones de A.D.N.
Parálisis mentales
Genomas ya duplicados
Pistolas
Disparadas solas
Sida
Cancer
Catátrofes
Paro
¿Es que somos muchos y sobramos?
¡No!
No deseo así
Seguir siendo humano
No quiero esta sociedad
No deseo ser masificado
Pues el mundo vive destrozado.
Habría de destruirlo entero
Poner piedra sobre piedra
De nuevo
Pintar de verde los campos
Poner luz en las mentes
Y hacer poesía siempre
Clonizando el amor creado.
Ideas muchas
Absurdos más
Experimentos demasiados
¿Nosotros experimentamos, qué?
Estamos a gusto
O quizá a disgusto
Pero estamos
Unas veces riendo
Otras palideciendo
Acá, allá, enfrete....
Mi habitación está
Completamente
Vacia.
No hay aire:
El oxigeno murió
En su propio aire
Pero frío si hay
¡Mucho!.
Pasamos el tiempo
(eso es)
pasamos queriendo ser:
Unos esperando
Otros con esperanza
¡No!
No es posible tener un reino
Ni realizarse
En un mundo
Tan estrecho
Y redondo
Donde la miseria
De unos
Es la grandeza de otros
Y mezclado
Es
Un
Sin
Fin
Continuo
Vanidoso
Opresivo
Y con reiteradas
Historias de lo mismo
Dando vueltas
Y
Vueltas.
Venimos a ver qué pasa
Y, a veces,
Hacemos algo.
Sigo paseando
Por
Las
Calles
Callejeras
De
La ciudad
Y me pregunto:
¿Qué pensaría Kant
si le dijéramos
que su metafísica
del conocimiento
su crítica
a la razón pura
hoy no tienen sentido
y que
los conocimientos
sintéticos a priori
“el espacio y el tiempo”
son caprichos
de su mente
dimensiones inexistentes
y pura biología
y física cuántica.
Que son sinapsis conceptuales
Mentiras metafísicas
Verdades subjetivas
Adaptaciones
Del sistema nervioso
Concepciones
Del conocimiento práctico
“ecuación personal”
síntesis proteínicas
y algo de hormonas actuantes
además de áxones y dendritas?
El cielo se ha despejado
Las nubes se bebieron su agua
Estoy más tanquilo
Y, aunque no hay abedules,
Me los invento.
Ahora me miro las manos
Y están llenas de humildad
Deshecha
Entre los dedos como polvo
Del origen universal
Siento que estoy retornando
A ser pithecanthropus
Ya no puedo ser sapiens
Estoy en una caverna
¡retrocedo en el tiempo!
¿qué raro?
Me
He
Convertido
En
Gen
En aminoácido
Sustancia inerte
En nada.
¿Por qué os llevasteis
lo que llegué a ser
con la evolución?
Si espontáneamente
Me hice aminoácido
Me hice gen
Sistema nervioso
Neocortex
Y animal racional
¿Por qué me robasteis
las proteinas?
¿Por qué nos mentís
con las verdades más grandes?
Sois
De
La
Peor
De
Las
Especies:
Opresores de oprimidos
Probetas de capital
Pariendo
Monstruos de la riqueza
¡Asesinos de la Humanidad!
Todo llegará ser un desierto
Una estrella reluciente y muerta....
Estamos locos
Somos mezcla de muchas generaciones
Y su degeneración es evidente.
Moriremos todos irremediablemente
Pero los poderosos
Los avasalladores
Los más dementes
Desearán
Seguir viviendo
Como su único derecho
Como su condena natural.
Solo el poeta y la poesía
Podrá
Salvar el mundo.
© Luis Vargas
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54

La miseria del pobre
siempre será
la abundancia del poder.
No hay método arcaico
ni futuro esperanzador,
que libere la condena de la sociedad
de una conducta hipócrita
de líderes con ego imperialista
y faltriqueras
de piel de víbora.
No les quema el veneno, ni la avaricia
que a miles de niños salvaría del hambre…
prefieren henchir arcas
en un paraíso fiscal,
para comprar embarques
a problemas resueltos de por vida”.
Vergüenza al catalogarlos como personas
¡¿en qué sobre guardan su humanidad?!
© Begoña Martínez
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55


En cualquier lugar, allá donde estés,
cuando se levanta el resplandor, no es más
que el anuncio de otro sidéreo día
en que la suerte es tener o encontrar faena.
La globalización del mal, se asemeja a los amaneceres
que comparten las denuncias, en las ausencias
y la esperanza, que por igual, se agota.
Sólo los amantes se permiten la ignorancia
y juzgan las negligencias con optimismo,
absortos en la marcha de las brumas,
consagrados a los destellos boreales
que resurgen de sus cuerpos.
© José Valle Valdés
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56


Tríos separados,
corriendo por las efemérides pétreas
tecleaban xilófonos con bolas de cristal,
junto a la balconada del mirador izado,
frente a la montaña por encima del valle.
El viento silbo acumulaba secuencias
de oberturas con mensajes diversos
que no concretaban situaciones
e inclinaban la emoción sobre el paisaje.
Las paratas socavaban las laderas
como escalones que intentan alcanzar
el paramar que hace crecer los porrales
y las leguminosas como alimento de legos
y cultos.
La fe se hospedaba en los obstáculos.
© Luis Vargas Alejo
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57
 
Los dedos chasquean,
respiran,
oyen;
delirante actividad sin rumbo,
efímera,
enfermiza,
anegada de caos extremo,
como el que sufre la sociedad:
calles inertes,
noches muertas,
días de difuntos,
funerales,
parásitos que atropellan
el raciocinio.
© Begoña Martínez
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58

Si bien el pánico enmudece
y muchos olvidan los nombres de los victimarios, 
los derechos desvirgados por la canalla
sustentan la furia del pueblo.

Cuando explosiona el ultraje,
esgrimiendo excusas,
y el miedo por el atropellado suplicio
alimenta el sadismo de los victimarios,
los pavores hacen polichinelas clandestinas
portando amuletos entre las sombras.

Crecen las ausencias usurpadas
por el hábito de acoplamientos salvajes,
que encubren las felonías
en que los cuerpos pierden sus rostros
y, sobre sudarios, cargan un número.

Candiles que desafían la lluvia,
por así decirlo,
crean confluencias de abandonos escarpados
y altas deudas contraproducentes
que comprometen el futuro.
Porque cada desliz trae su cruz
y no hay santos para tanta injusticia.

© José Valle Valdés
59 
Hay viajes, que se inician en soledad
y se visten de palabras.
Una voz que dicta, sin pretensiones,
que rompe la rutina,
vence las resistencias
y se exige, con naturaleza exagerada, 
agreste y a veces caprichosa.
Viajes eternos llenos de guijarros,
de huellas de mamíferos, aves,
curvaturas volubles,
flores marchitas,
moho en las manos
y cizaña bajo las uñas.
Historias, que asoman la cabeza
de la jaula, e inician su propio vuelo,
despejado e irritante.
© Begoña Martínez
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60

Un relámpago de ilusiones adorna la sonrisa
cuando la casualidad desboca viejas liebres
entre la multitud que ignora y disminuye
sin atenerse a la necesidad de un concilio.

La primavera nos contagió,
fragmentados en una euforia de emociones,
abstraídos con el esmalte de las figuras
que traen una ráfaga de imaginadas luces, 
sobre la resonancia
que deshila los metales de la gloria.

Apretando la armonía de una póstuma canción
bebimos tontos,
degustando los sabores del silencio
adormecidos con el narcótico que se reparte
—tal humano consenso— al final de cada fiesta. 
Cuando desmayadas contemplaciones mutuas
truecan el aroma de las substancias
en los labios adormecidos por los fuertes gustos
y un animal famélico bautiza con su rugido humano
las castas sociales,
condicionando los acoples a intereses inducidos.

Voy subiendo la cuesta sin saber hacia dónde,
consciente de que todo se esfumará
ante la luz del nuevo día.

© José Valle Valdés

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61 


Me hubiera gustado vivir en otro barrio, más al norte,
en mi Castilla natal, más al centro, en la meseta,
en Madrid.
Pero con el paso del tiempo, me fui adaptando
a las calles estrechas, al pueblo de montaña,
al barrio de ilusiones perdidas, donde el genio
morisco y la fantasía de los cuentos de Irving
rondan los sueños que nunca pude cumplir.
Me hubiera gustado ser poeta, ingeniero del viento,
haber sido libre como el ave, paciente como el árbol,
amador, complaciente y generoso,
pero como es inútil luchar contra el destino, conseguir
que te quieran los que quieres si ellos no quieren,
o que te acepten como eres y tú aceptes como son,
es difícil, muy difícil, casi imposible,
poder tomar baños de sol a media noche.
Jamás me hubiera gustado ser político, ni funcionario,
ni mando intermedio en una compañía de seguros.
Por eso, cuando me vaya al otro barrio,
espero poder hacer lo que yo quiera asomado al balcón,
saludando a los amigos y a los que quise que me quisieran
y jugar al escondite con los niños, saltar a la comba entre nubes,
y entregar mi alma a Dios para que haga con ella lo que quiera.
© Luis Vargas Alejo
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                                          Aquí se acabó este poemario insolito

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