ALGO SOBRE LEÓN FELIPE



León Felipe fue un poeta oriundo de España, nacido en la provincia de Zamora el 11 de abril del año 1884 y fallecido en Ciudad de México el 18 de septiembre de 1968. Perteneció a una familia adinerada y con influencias, y su trayectoria profesional no comenzó específicamente por la literatura; se licenció como farmacéutico y viajó por diversas partes de su país ejerciendo dicha profesión, mientras exploraba su faceta de actor teatral. Como es de suponerse, esta dualidad no le generó otra cosa que una inestabilidad económica que representó un obstáculo para dedicarse a su vocación. Más adelante, cuando había cumplido los 35 años de edad, dio sus primeros pasos por la lírica, en una época en la que residía en la capital española. En el año 22 se trasladó a México, donde permaneció durante más de diez años, realizando eventuales visitas a Norteamérica. De ese viaje data su incursión en la enseñanza superior.
Su producción poética incluye los títulos "Versos y oraciones de caminante", "Drop a Star"
"¿Qué se hizo del rey don Juan?" y "Como tú". Por otro lado, tenemos sus dramas "La manzana" y "El juglarón". Cabe mencionar que realizó una importante labor de traducción de poemas de Walt Whitman y de adaptación de obras shakespearianas.

Pudo pertenercer a la Generación del 27 a la del 36 o a ambas. Fue coetaneo de Juán Ramón Jiménez pero algo más joven que la generación del 27, vanguardista novel decidió exiliarse a una tierra poética ajena  donde estableció su patria en México donde fue muy reconocido y desde España fue criticado Por Juán Ramón y por  Luis Cernuda por su concepto de poesía y por el uso particular de su lenguaje, aunque nunca pudieron sustraerse al magnetismo del verbo de León Felipe.

Sin duda, es uno de nuestros grandes poetas de obra profunda y sentido inconformista de donde brotaba su poesía en clave universal.

Obras completas en Visor de Poesía, edición de José Paulino M-38940-2004 ISBN 84-7522-932-8

 DROP A STAR

¿Dónde está la estrella de los Nacimientos?
La tierra, encabritada, se ha parado en el viento.
Y no ven los ojos de los marineros.
Aquel pez —¡seguidle!—
se lleva, danzando,
la estrella polar.

El mundo es una slot-machine,
con una ranura en la frente del cielo,
sobre la cabecera del mar.
(Se ha parado la máquina,
se ha acabado la cuerda.)
El mundo es algo que funciona
como el piano mecánico de un bar.
(Se ha acabado la cuerda,
se ha parado la máquina...)
Marinero,
tú tienes una estrella en el bolsillo...
¡Drop a star!
Enciende con tu mano la nueva música del mundo,
la canción marinera del mañana,
el himno venidero de los hombres...
¡Drop a star!
Echa a andar otra vez este barco varado, marinero.
Tú tienes una estrella en el bolsillo....
una estrella nueva de palacio, de fósforo y de imán.
  • ESPAÑOL
Español del éxodo de ayer
y español del éxodo de hoy:
te salvarás como hombre,
pero no como español.
No tienes patria ni tribu. Si puedes,
hunde tus raíces y tus sueños
en la lluvia ecuménica del sol.
Y yérguete... ¡Yérguete!
Que tal vez el hombre de este tiempo...
es el hombre movible de la luz,
del éxodo y del viento.

- QUÉ LÁSTIMA

¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque..., ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!

Sin embargo...
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!

¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!


  • REVOLUCIÓN

Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.

Y siempre habrá un sol también
—un sol verdugo y amigo—
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.

 - SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.
------------------
No me contéis más cuentos,
que vengo de muy lejos
y sé todos los cuentos.
No me contéis más cuentos.
Contad
y recontadme este sueño.
Romped,
rompedme los espejos.
Deshacedme los estanques,
los lazos,
los anillos,
los cercos,
las redes,
las trampas
y todos los caminos paralelos.
Que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero que me arrullen con cuentos,
Que no quiero,
Que no quiero,
Que no quiero,
Que no quiero que me sellen la boca y los ojos con cuentos,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero que me entierren con cuentos,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero,
que no quiero verme clavado en el tiempo,
que no quiero verme en el agua,
que no quiero verme en la tierra tampoco,
que no quiero, a su ovillo, como un hilo de barba sujeto.
Quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento,
quiero verme en el viento...
quiero... ¡quiero!... sueño... ¡sueño!
Soy gusano que sueña... y sueño
verme un día volando en el viento.

(Compilación Luis Vargas Alejo)

4 comentarios:

  1. Empecé a escribir en serio cuando un amigo de mi padre, el pintor y dibujante de La Codorniz, al enterarse de que escribía alguna cosilla, me regaló Antología Rota. En ese momento decidí escribir en serio. Que Cernuda o J.R.J. lo criticasen es para mí un aliciente más para leerlo y disfrutar. Gracias, Luis

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  2. Muchas gracias por presentarnoslo, amigo. Saludos

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  3. León Felipe siempre me tuvo (y tiene) cautiva. Gracias por tus aportaciones.

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  4. Yo poseo en un gran tomo la poesía completa de León Felipe. Cuando la leí por primera vez, entendendo que estaba entre la generación del 27 y la el 36. Que era coetaneo con Juan Ramón Jimenez y que éste no le invitó al homenaje de Luis de Góngora donde se inició la G/27 y las críticas de Luis Cernuda y otras circunstancias le hicieron abandonar España y exiliarse en México (aunque su primer libro de poemas data de 1920 "Versos y oraciones de caminante") se hace independiente de dicha generación y del vanguardismo pasó al neoposmodernismo imprimiendo un carácter muy personal a su obra, la cual es de una calidad fenomenal y de una actualidad diacrónica. Terminando su obra con el libro "¡Oh,este viejo y roto violín!"...después de leer todo esto, como digo, me dí cuenta que era un poeta especial al que no se puede olvidar, ni dejar de leer. Muchas gracias por vuestros comentario, estimadoEnrique Gracia Trinidad, José Valle y Begoña Martínez. Un abrazo

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