Una pandemia desconocida está
produciendo ira,
agresividad y odio en el ser humano
y que ha irrumpido en la globalización
de los Estados, de los Países, de los
Pueblos
y las familias, como una revolución
que se muestra por las calles con
virulencia.
Tal vez provenga de algún Fauno enfermo
que propaga sus bacterias terroríficas
por el fuego mortífero que sale de su
boca.
O tal vez sea una condición humana
que despertó a gran escala,
la avaricia, la lujuria, la gula, la
pereza,
la ira, la envidia y la soberbia...
en una noche de mal dormir
o quizá sea una mala interpretación
del ansia de poder,
del dominio de la tecnología mal
aplicada,
o del destape de la corrupción y libertinaje
de los poderosos.
De cualquier manera, los signos externos
se manifiestan como un apocalipsis, como
una peste
que los científicos y hombres de bien,
no han descubierto todavía su antídoto:
países que guerrean unos contra otros
por diferencias religiosas, pueblos que
se revelan
contra las diferencias sociales,
ex-maridos
que matan a sus hijos para vengarse de
sus ex-mujeres,
mujeres y hombres que se matan,
divorcios y rencillas,
pedófilos que raptan niños y niñas con
obsesión
de placeres extraños, leyes que dominan
y leyes
que perturban, hecatombes ecológicas,
tsunamis
y cientos y cientos de desgracias sin
parangón
con épocas anteriores.
El Mundo está loco, el ser humano está loco
¡esto es una locura global!
Necesitamos más empatía, más poesía, más
calma,
más armonía y mejor reparto de la
riqueza del mundo.
Reflexionar sobre lo que está
sucediendo...
¡Que Dios nos coja confesados
o
alguna selección natural limpie el panorama
socio-económico, con algún virus que
ponga
al ser humano en su sitio.
© Luis Vargas Alejo