sábado, 14 de marzo de 2020

FALLECIÓ DE MUERTE NATURAL.


Muere la poesía  en internet
enferma de corazón y sensibilidad,
carente de imágenes y tropos,
la que narra los secretos del alma
como cartas de amor y desamor,
-preocupaciones cotidianas muy comunes-
a las que los sabios de la poética
han ido cortando verso a verso, por falta de estilo,
pues dicen que para ser poeta, hay que estar encantado
ser sugerente y volar entre retruécanos y metáforas.

No hay más poesía,
que la que escriben los grandes poetas solemnes,
osados segadores de la mies de la palabra,
los que cuentan sin contar,
los que evocan sentimientos profundos
con herméticos sonidos
con sonidos de ritmos circadianos, cotidianos,
como el canto de un ave migratoria
que pía al viento sus nostalgias, creencias y vicisitudes,
donde lo común está prohibido, y el eufemismo
lo reemplaza.

Solo son poetas los que reconoce una editorial
y tienen como fondo la economía del autor.

 Solo queda la poesía.
El poeta internáutico, ha sido desterrado.

© Luis Vargas Alejo

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