Llevo semanas procurando escribir un poema; sí, semanas.
Entiendo que la oxidación de mis dedos y
las telarañas de mi cabeza
tengan algo que ver, pero hacer que brillen
las imágenes de este mundo...
El paisajismo, al alba, se desvanece
andando de un lado para otro
mientras intento mostrar la valía
escrita en un papel
-recojo negativas con gélidas manos-
La euforia en la amistad y el amor
calman mucha sed poética
menos cuando asaltan sus costumbres
de sado
y la flora es deshojada
porque sí,
como auge de libertad
y tabú del tabú.
Busco una conexión con el lector
versando cariño y respeto,
hasta que la rabia
y las divisiones, divisibles y divididas
en partes infinitas, que enfrentan al ser,
despuntan mi lápiz.
Así un día tras otro.
¿Qué escribir que no sepas?
¿Cómo puede impactarte la lectura?
me cuestiono
mientras observo a mis hijos.
Begoña Martínez