Se derramaron las palabras
por el hueco del olvido
y sin querer queriendo
perdí la ilusión y la fe
al notar que los poemas
ya no eran las columnas
que sustentaban mi alma
y mi cuerpo.
Estoy tan maltrecho y ajado
-créeme-
que rezo por las noches
cuando yo, siempre, me creí ateo.
© Luis Vargas Alejo