El tiempo pende encrespado del muro
y tú prosigues rebuscándote
y tú prosigues rebuscándote
afiliada a un triunvirato de márgenes:
en ese recinto —memoria tuya.
Tal los polvos de un siniestro,
te adhieres a las pautas que ennegrecen
los hilos quebrados de la decencia;
haciendo de bolsillo tu garganta.
Hoy que el viento sopla de tus senos
al dilatarse las apetencias
anudando los aires, los espacios
y las deserciones
en los escamoteos de tu desamparo,
desgarras ansias de fuertes
carteras
y ríes de los ecos de tu voz
fracturando las copas.
Valdríate saber
que hay venas que se abren de gusto,
cuando se enamoran de los cristales. Pychy
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