sábado, 30 de septiembre de 2017

UNA TARTA DE BEGOÑA

Begoña Martínez Bermejo
24 de septiembre a las 22:07
TARTA DE QUESO Y FRAMBUESA.

Hay que cambiar la chapa de las ventanas. No se puede dormir con este ruido. La lluvia parece un taladro de carretera y mis sesos se terminarán agrietando como trozos de asfalto. Necesito un café bien cargado y paracetamol. 


La abuela está dormida en su butacón verde. Le cae un hilo de baba por la comisura de la boca. Le gusta arroparse con la colcha de retales que le hice en el cursillo de patchwork hace dos inviernos. 

Cuando la veo amortizar los días a la sopa boba, pienso en mi futuro...
 

Tiene los típicos achaques de vieja. La artrosis la ha quitado agilidad y hace varios meses que pasa muchas horas llorando. Recuerdo sus tartas de queso, el olor a frambuesa se extendía por todo el rellano de la escalera haciendo que los días desapacibles como hoy, fueran dulces. Me da pena despertarla, pero tengo que ir a trabajar. 

Con frío y lluvia los clientes se duplican. Algunos dicen que soy la única que les sabe dar el calor que necesitan. A mi me parecen gusanos arrastrándose a un cuerpo sin vida. Llevo mucho tiempo sin mirarme al espejo, temo no encontrar a la dulce chica de ojos grises y tez morena. Desde que la abuela se enteró, apenas me mira. Se que esconde una fotografía mía en un lateral del butacón. He visto como la besa. Luego, se pone a rezar. Ella tiene sus creencias, cosas en las que yo no creo. Si dejo mi trabajo, algo más que un milagro necesitaríamos para salir adelante.

-Hasta mañana abuela- digo en voz baja mientras la doy un beso. Ella se estremece, como si un escalofrío recorriese su cuerpo. 


-Señor, cuida de ella, yo no supe hacerlo- Dije susurrando con los ojos cerrados. Y una lágrima se escurrió por mi  mejilla.

Begoña Martínez Bermejo

7 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartirlo. Yo no lo hice porque ya lo puse aquí hace tiempo, o quizás en la otra senda. Veo que te ha gustado.
    Por cierto, yo lo veo muy oscuro, casi no se distingue con el fondo, he intentado cambiarlo pero no puedo.
    Besos

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  2. No lo recuerdo de antes, pero me recordó cuando tuve que dejar a mi madre en una residencia porque yo no podía atenderla. Allí murió más de pena que de otra cosa.

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    1. Triste recordar...
      Tendemos a culpabilizarnos por circunstancias que no podemos controlar. Y nos persiguen, porque creemos que podíamos haberlo mejorado e evitado, pero lo cierto es que nunca lo sabremos.
      Creo recordar que el final era otro, es la abuela la que se culpabiliza, pero seguro que también has arreglado contexto y demás, gracias. Gracias por hacerlo tuyo, aun en el dolor.
      Un beso

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  3. Llega muy bien en sentido y sentimiento que transmites, amiga. Mucho de realidad cotidiana.

    Beso

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    1. Gracias, amigo. Voy a tener que hacer un librito "recordatorio" de aquello que ya os compartí.
      Besos

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    2. No estaría mal, pero ya sabes: recordar es vivir dos veces.

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