martes, 27 de noviembre de 2018

DONDE LA FINITUD SE HACE INFINITA


Es y no es la misma ciudad
del recuerdo que le indujo al retorno,
solo quedan los idénticos residuos
de las murallas —que la nostalgia,
cómplice embellecedora,
le reconstruyó—.

Contempla, absorto en el descalabro,
desde el Cristo de la bahía
a solas con el pasado y la pena,
los cosméticos no remediables;
malamente encubridores
para las despreocupadas vistas
que buscan la aventura
entre la embriaguez y el retozo
con las tersuras de alquiler.

Pocos barcos en el puerto
deslucen cualquier bienvenida.

Ríos de sombras desembocan
en la rada, mugrientos y silenciosos,
con desgano, como quien cumple
un rutinario oficio.

Se debate entre arquetipos de sistemas
que despilfarran la existencia
con las toxinas que los perduran. 
Sostiene una ilusión esférica
donde lo apreciable es inconcebible
porque la finitud resulta infinita.

Piensa en los muchos engendros
que  se disimulan entre las oquedades
de la justicia emancipadora,
en esa efigie soberbia
que se le impone a la ciudad;
para lograr los turistas.    

Pichy

4 comentarios:

  1. Si la materia no se destuye sino que se transforma, la ciudad, hecha de materia, ha de sufrir los cambios que la materie exige. ¿Pero y el alma de ciudad? esa no está en las calles ni en los edificios, sino en el corazón del ciudadano nativo que jugó de pequeño en sus callejones, en su puerto, en su albur sabrosón y, luego, de mayor, encontro los amores en las esquinas, en las tabernas, en la ruta de la libertad...y es que, "todo pasa y nada queda/pero lo nuestro es pasar/pasar haciendo camino/camino sobre la mar. Un abrazo. Bello poema nostálgico y reivindicativo.

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  2. Muchas gracias, amigo. El gran problema es que más allá del desatre auitectónico-estructural-etc., está que la ciudad ha perdido su "alma, su idiosincracia". La Habana es otra, que nada tiene que ver con las transformaciones normales de cualquier ciudad. El habanero, a pesar de cambios y más cambios, siempre mantuvo su esencia...hasta que estos malos tiempos y la emigración interna, la destruyeron. Ya esto es "otra cosa", ya es semejante a Santigo de Cuba o Guantánamo, en lo espiritual; porque en lo físico, todos lo pueblos y ciudades del archipiélago han cambiado para bien...solo hemos perdido La Habana, y el Gobierno no deja de tener gran esponsabilidad, en que así sea.

    Abrazos

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    1. Claro, claro, claro, el alma se va con los almarios viejos, pero entra una nueva alma con la almadraba de las gentes nuevas

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