Surgió
del túnel del tiempo
como
recordatorio de la inmensidad que no captamos.
Era
de una claridad vertiginosa
prendido
del descuido de la energía
-un
video silencioso-
que
inevitablemente eludimos.
Y
fue tomando forma
viéndose
los sueños derramados por el suelo,
tratando
de ponerse en orden sin éxito.
Setenta
años estaban frente a mí,
subiendo
por una escalera a la que le faltaban escalones,
me
tembló la voz,
lloré,
me
enfrenté al espejo vacío
y
le pregunté:
-
¿quién eres?
-tú,
me contestó
-aquí
están tus ausencias, tus miedos
y
tus cotidianas monotonías.
Tuviste
el privilegio de vivir mucho tiempo
y
apenas conseguiste ser un desconocido, casi invisible,
desnudo
hasta los pies sin que fueras trasparente
y
no se te veía,
¿qué
has hecho durante tu periplo? apenas nada,
pues
tú querías vivir, sí, pero fuiste demasiado
pusilánime...
Ahora
debes venir conmigo.
© Luis Vargas Alejo
Qué bien, amigo. Me resulta un poema existencial de altos quilates. Transmite la sensación de abierta sinceridad. Llega y convence y emociona, con un final estupendo.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias amigo por tu comentario. Me gusta que te haya gustado.
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