En la costa,singularmente,se
ramifican
en demanda al horizonte,
excitándose con los posibles vuelos
por los arranques febriles
de la insularidad —que es algo más
allá
de lo geográfico—.
El antepecho de sus eufonías
se estrella, una y otra vez, contra
el muro
donde se hace la isla
a golpe de escandalosos silencios
contra la eterna pugna
por erigirnos un futuro firme
sobre el vaivén de las olas.
Concluyen sus rutinas dúplex
como una turba de ateos
indefinibles
que buscan azucarar los días,
de pendulares espejos sutiles,
con alas análogas de las remembranzas
con alas análogas de las remembranzas
que se aúnan contra la malaventura;
pero en el éxtasis de sus conmociones
pero en el éxtasis de sus conmociones
cada cual puntea
a sus exclusivas perspectivas.
Pichy
Un buen poema que define con mucho estilo la melancolía del isleño. Te felicito
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo. Voy contento. Abrazos
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