jueves, 25 de enero de 2018

Pichin, pichin



Me hice una pregunta existencial
y no supe responderme.
Busqué respuesta en la ciencia
y encontré un caos.

Como una luz invisible
que se enciende y se apaga en mi ordenador mental
obligado a poner orden
de todo cuanto acaece, ve, experimenta,
oye, toca o huele,
me dijo:
la respuesta la tiene Dios.

¿Y dónde está Dios? pregunté a mis neuronas,
y oí la respuesta consabida:
eso no lo sé, pero te he inventado la religión
y ella te lo explicará por fe.

Cogí mi caña de pescar, lancé el sedal al agua
y esperé paciente a que picara algún pez.

© Luis Vargas Alejo

4 comentarios:

  1. El poema está en un estado instrospectivo tan profundo, que no se deja ver. Si pesca y no es pescado, no acaba mal la cosa.
    Besitos

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  2. Bueno, el consejo llega,pero como no soy de mucha paciencia: buscaré mis avíos y me lanzaré a la mar a pescar submarino...me gusta más salir a buscar el peje, que esperar la sorpresa en el anzuelo —que lo mismo sacas una trucha que bagre, o, no sacas nada.

    Abrazo

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