Me hice una pregunta existencial
y no supe responderme.
Busqué respuesta en la ciencia
y encontré un caos.
Como una luz invisible
que se enciende y se apaga en mi ordenador
mental
obligado a poner orden
de todo cuanto acaece, ve, experimenta,
oye, toca o huele,
me dijo:
la respuesta la tiene Dios.
¿Y dónde está Dios? pregunté a mis
neuronas,
y oí la respuesta consabida:
eso no lo sé, pero te he inventado la
religión
y ella te lo explicará por fe.
Cogí mi caña de pescar, lancé el sedal
al agua
y esperé paciente a que picara algún
pez.
© Luis Vargas Alejo
El poema está en un estado instrospectivo tan profundo, que no se deja ver. Si pesca y no es pescado, no acaba mal la cosa.
ResponderEliminarBesitos
Bueno, el consejo llega,pero como no soy de mucha paciencia: buscaré mis avíos y me lanzaré a la mar a pescar submarino...me gusta más salir a buscar el peje, que esperar la sorpresa en el anzuelo —que lo mismo sacas una trucha que bagre, o, no sacas nada.
ResponderEliminarAbrazo
Pero, tu ves el poema??
EliminarOh, dios!! He perdido la vista!!
A ver si ahora lo veis bien
ResponderEliminar