martes, 7 de abril de 2020

El Reloj del Abuelo







LA CANCIÓN QUE SIEMPRE
CANTABAS PAPÁ....

Mi abuelito tenía un reloj de pared

que lo compraron cuando nació.

Noventa años cumplía mi abuelo

aquel mes y el reloj los cumplía también.

Pero un día el reloj de tan viejo se paró

y con él mi abuelito se murió.

Tantos años el lo cuidó y con el

mi abuelito murió.



lunes, 6 de abril de 2020

Manoletinas rojas

Estaba en el salón de mi casa, sola, viendo deslizarse las gotas de lluvia por el cristal, mientras iban entrando al correo electrónico los trabajos de mis alumnos de cuarto de primaria. Un escrito o redacción de cómo llevan estos días de aislamiento.
El primero en llegar ha sido el de Itziar. Es una niña muy trabajadora, que siempre va desaliñada y en los recreos suele estar sola y con nadie habla. Un día se presentó en clase con un chándal gris sucio y manoletinas rojas con un lazo de seda rojo (es algo que llama la atención, porque seguimos unas normas de vestimenta establecidas por la sociedad y cuando se sale de la norma lo tratamos de ridículo y construimos prejuicios). Sus compañeros la señalaban, se acercaban a ella interesadonse o no, por su look tan estrambótico del que muchos se reían. Ella les explicó que su madre se los había regalado,
porque esos zapatos de alguna forma especial le ayudarían a hacer amigos y nunca estaría sola. Así que, ella siguió llevando sus manoletinas rojas, día tras día, más o menos conjuntadas,  con los ojos llenos de vida y una sonrisa...
La redacción que me ha llegado es una fotografía que me envía otro alumno y nuevo amigo de Itziar en nombre de ella (no tiene recursos), de una hoja arrancada de un cuaderno, rasgada por una esquina, escrita con un lapicero y la marca de unos labios pintados con carmín rojo y el lazo de una de sus manoletinas pegado con celo.

Begoña M. Bermejo

sábado, 14 de marzo de 2020

PANDEMIA



Una pandemia desconocida está produciendo ira,
agresividad y odio en el ser humano
y que ha irrumpido en la globalización
de los Estados, de los Países, de los Pueblos
y las familias, como una revolución
que se muestra por las calles con virulencia.

Tal vez provenga de algún Fauno enfermo
que propaga sus bacterias terroríficas
por el fuego mortífero que sale de su boca.
O tal vez sea una condición humana
que despertó a gran escala,
la avaricia, la lujuria, la gula, la pereza,
la ira, la envidia y la soberbia...
en una noche de mal dormir
o quizá sea una mala interpretación
del ansia de poder,
del dominio de la tecnología mal aplicada,
o del destape de la corrupción y libertinaje
de los poderosos.

De cualquier manera, los signos externos
se manifiestan como un apocalipsis, como una peste
que los científicos y hombres de bien,
no han descubierto todavía su antídoto:
países que guerrean unos contra otros
por diferencias religiosas, pueblos que se revelan
contra las diferencias sociales, ex-maridos



que matan a sus hijos para vengarse de sus ex-mujeres,
mujeres y hombres que se matan,
divorcios y rencillas,
pedófilos que raptan niños y niñas con obsesión
de placeres extraños, leyes que dominan y leyes
que perturban, hecatombes ecológicas, tsunamis
y cientos y cientos de desgracias sin parangón
con épocas anteriores.

El Mundo está  loco, el ser humano está  loco
¡esto es una locura global!

Necesitamos más empatía, más poesía, más calma,
más armonía y mejor reparto de la riqueza del mundo.

Reflexionar sobre lo que está sucediendo...

¡Que Dios nos coja confesados
 o alguna selección natural limpie el panorama
socio-económico, con algún virus que ponga
al ser humano en su sitio.

© Luis Vargas Alejo
 



FALLECIÓ DE MUERTE NATURAL.


Muere la poesía  en internet
enferma de corazón y sensibilidad,
carente de imágenes y tropos,
la que narra los secretos del alma
como cartas de amor y desamor,
-preocupaciones cotidianas muy comunes-
a las que los sabios de la poética
han ido cortando verso a verso, por falta de estilo,
pues dicen que para ser poeta, hay que estar encantado
ser sugerente y volar entre retruécanos y metáforas.

No hay más poesía,
que la que escriben los grandes poetas solemnes,
osados segadores de la mies de la palabra,
los que cuentan sin contar,
los que evocan sentimientos profundos
con herméticos sonidos
con sonidos de ritmos circadianos, cotidianos,
como el canto de un ave migratoria
que pía al viento sus nostalgias, creencias y vicisitudes,
donde lo común está prohibido, y el eufemismo
lo reemplaza.

Solo son poetas los que reconoce una editorial
y tienen como fondo la economía del autor.

 Solo queda la poesía.
El poeta internáutico, ha sido desterrado.

© Luis Vargas Alejo

lunes, 2 de marzo de 2020

VALOR

   Ignoramos nuestra verdadera       

estatura hasta que nos ponemos en pie.

Emily Dickinson.


Llegará el día

que deje de escribir tu nombre, 

para dar protagonismo al mío.


Cambiaré los muebles de lado,

subiré las persianas, abriré

las cortinas

-he de ver los colores del gorrión

de trinos fallidos-

y sustituiré la humedad y salitre

del plumón de la almohada

por un aleteo de sueños.


Aprendo cálculos matemáticos, 

que suman

minutos a las horas,

meses a los años,

barrotes a las rejas del ventanal


y ten por seguro que llegará el día

en el que con la mueca

de una sonrisa temblorosa

exhume el valor

que hoy me falta.


Begoña M. B.

martes, 28 de enero de 2020

LA VIDA


Desde Regla a la Havana  Vieja
desde la Havana Vieja a Regla
en un bergantín  con alas delta
te izaste por el Morro del Malecón
llevando bajo el brazo un poema.

¡Teníamos tantas cosas que escribir ¡...

Llegamos  conocernos mejor
que los padres conocen a los hijos
los hijos a los padres
o los hermanos entre sí,
porque éramos almas gemelas
nacidas en un mismo saco vitelino
tú en Cuba, yo en España.

¡Teníamos tantas ganas de vernos!

Ñáñigo por convicción
y revolucionario convencido,
tu vida tuvo sentido para el mundo,
para el amor, la pulcritud y el saber estar,
amoroso padre, buen hermano, gran amigo.
Pensador, filósofo, político como Martí
parco en palabras y extenso en poesía
recorriste el Mundo  buscando ideales
de pie en un Castillo de Popa
vigilando la Mesana.

¡ Teníamos tantas cosas que contarnos ¡

No llegamos a vernos personalmente
ni tampoco tuvimos ocasión de abrazarnos,
pero ahora que estás camino del cielo
yo sé que un día, nos encontraremos
no ha mucho tardar, porque los años
nos llevan a la eternidad.

¡Teníamos tantos sueños.
 Tantas ganas de abrazarnos!...

© Luis Vargas Alejo