Cuantas
veces se me ha torcido el tobillo
por
no llevar tobillera
y
he cojeado con dolor extremo
subiendo
a rastras la cuesta, intentando
que
no se notara.
Cuantas
veces quise escribir un poema
sangrándome
una herida
como
incisión a corazón abierto
y
he maldecido las palabras de amor
que
fueron, de tan primorosas, inciertas.
Cuantas
veces he rodado
entre
versos cenicientos, malgastados,
pisando
un camino agreste
que
partía en dos mitades
un
campo terroso y en barbecho.
Qué
duro el sentimiento, qué tremenda
la
emoción, cuando el desencanto acude
a
los verbos de un poema
que
puestos del revés, del derecho, a contrapelo,
no
encajan en tu corazón y no riegan tu alma.
Cuantas
veces he visto correr el agua de la fuente,
tener
sed
y
no poder saciarla, por aquel muro de piedra,
por
aquella alambrada que me hizo caer
y
romperme el tobillo, sin tobillera.
© Luis Vargas Alejo
Se me da muy bien logrado el poema, amigo. Bien existencial.
ResponderEliminarAbrazos