Al oscurecer la multitud se retira,
se desparrama comentando entre las calles,
se desparrama comentando entre las calles,
ya sin el ímpetu enardecido
de la mañana
que les convocó al grito desnudo
de las consignas socializadas en el
salitre
y la impiedad que reina en el desajuste
de estas facundias gubernamentales.
El agua de las ficciones recorre
las avenidas
y las plazas ya desiertas.
La tibieza de la noche se escurre
La tibieza de la noche se escurre
entre los portales, extasiándose
en los bares del último trago
y las murientes carcajadas del bostezo.
y las murientes carcajadas del bostezo.
La Cartagena de anonimatos y vislumbres
hoy yace a los pies de su India
—ángeles desnaturalizados
la desasen de sus patrocinios—.
Y al terminarse la rumba, después de escurrirse
—ángeles desnaturalizados
la desasen de sus patrocinios—.
Y al terminarse la rumba, después de escurrirse
la última de las mujeres triunfadas,
el jubileo de la primeras luces
el jubileo de la primeras luces
nos reprende en esta barra
costanera
hartos de espuma y cigarrillos.
hartos de espuma y cigarrillos.
Alabando al Tres Esquinas
a Fidel, y a la revolución.
Pichy
No, no, UD señorito poemacho, ahí tranquilito. No apure, ya lo verán
ResponderEliminarEl poema tiene sus años. Al leerlo uno se evade completamente y viaja a ese lugar que los versos cantan. Belleza de sonidos y claro-oscuros en esa noche caribeña de rumba, tomares y cigarrillos que me recuerda al amigo Gustavo, ido ya. Singular y hermoso poema, José. Un
ResponderEliminarabrazo.
Muchas gracias, amigo, por tan generoso y ameno comentario.
EliminarAbrazos
Creo que el comentario de Teo es muy acertado.
ResponderEliminarSí? Has encontrado una nueva forma de comentar.
EliminarFuerte abrazo, maestro
Estupendo. Las imagenes me han trasladado... Besos
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga. Me gusta eso del traslado; porque, aunque la última vez que la visité no era lo mismo, Cartagena tiene su encanto.
EliminarBesos