miércoles, 1 de junio de 2016

ELEGÍA PARIA



Ahí van los tontos
que regalaron sus sueños
sus ilusiones
sus causas
como si no les fuese admisible
vivir el próximo día
Pendientes de los perfectos instaurados
que a su autoridad
les dicen poco del mundo
pero mucho de sus lugares
de sus límites
de las malditas inconveniencias
en que —a todo—
les hacen culpables
Se arrastran sobre viejas esperanzas
de cortos alcances a los reales posibles
ya viciados de reiteraciones
Mendigantes de oídos
al bravo que les convoca
y grita al dolor de su garganta
los varoniles reclamos
Por los que le hieren —temerosos—
los ruines servidores
ante la inmovilidad patética
de los mutables en sus cuidos
Acoquinados
que no se hacen a su mayoría
aspirando a carapachos
que les abriguen los miedos
Que a la quietud les solape
ante la gula de los buitres
—sabedores de la cautela a sus garras
que exhiben siempre amenazantes—
y la nulidad de los cobardes
que archivan opiniones
Ausentes
de las explosiones sanguíneas
a la razón que libera
que eleva
sobre las calamidades
al hombre
Han quemado las memorias tempranas
regalando la justicia a los rufianes
hasta agotarse los creíbles sostenes
en el desgano pueril
que les vence los deseos
en que alguna vez
se hicieron a la tarea
de cabalgar a la luz
sobre los filos ciertos
Se desnudan resignadosante los lobos
que disfrutan
al ostentoso estudio
de fatales dentelladas
—a la mortalidad mayor
que las ganancias les crece—
Posibilitadas por los olvidadizos
ya amarillos de tanto ignorarse
que no mencionan oposiciones a disputa
y se obvian las tremendas disimilitudes
Se alejan de los enconos
riendo los improperios
La vista al suelo
para el seguro paso
en la meta de sobrevivir a su tiempo
—pobre filosofía que abrazan—
Duelen en su fatalismo
en su hozar los derechos
en sus meretrices súplicas
que de merecimientos les despoja
les regala a los tragamundos
que a su favor les usan
les insignifican
Vestidos de sombras
niegan las hombreadas soluciones
y ahogados en la mar
de sus pequeños imposibles
se conforman a la muerte
Se regalan a lo oscuro
desperdiciados de oficio
y van cerdos callados al matadero
Conformes en su silencio
aceptan
ser condenados al olvido
que les azota
en aras de guardarse la sangre
en que se desmayana los giros del mundo
Que de sus ganas les marea
sin la menor lucha
esperando el retorno del Mesías
Profiriendo que su venida será
a los quietos la gloria
Humildemente vencidos
confiados
en el paraísoque les prometen
los dados a la buena mesa
Se obligan a mucho repetírselo
para a bien creerlo
Les siguen a paso de rumba—alborotosos—
lospícaros
que les bailan la comparsade la vida
que achicados
no hacen
Idos de los valores de la certeza
se dejan usar
sin empeños para sus propios usos
redoblando
a la orden
los tambores que les obligan
para el ajeno gozo
En que los vividores del prójimo bailan
encarnados en los que saben
temerosos de los días ríspidos
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Discrepantes cierran los puños
a las rugosidades
sin detenimiento al dolor
que les sangra los nudillos
Falsos chillan y acusan de diabólicas
demenciales filosofías antinaturales
—porque
por algo han de existir
pobres y ricos
dueños y parias
talDios lo ha querido—
inculcadas por anticristos
que sueñan la anarquía de la igualdad
donde la fortuna sea
del hombre
sus propias luces
y el trabajo
la dignidad que enorgullezca
al amor por la virtudes
en que se empobrece el oro lustral
que hace las malditas disensiones
que encumbran al poder
Van con el pecho a toda rabia
golpeando por las luces
bien alta la voz
en sus gargantas sinceras
que no cuidan
ante las intimidacionesde los guarecidos
al temor sutil
que aspiran
con sus armas mal sostenidas
detenerles
Vienen en avalanchas de argumentos
que ya desbordande los impuestos cauces
—pequeños para ese gran río
que hace crecer la historia—
Hidratando secas sangres
que han revivido los siglos
en que se vertieron fáciles
sobre sudada arcilla
dúctiles
a las manos
que a bien
sepan ganarse el mundo
Se nos hace —por encima del suplicio—
la esperanza
al renacer
de los que van
de pecho contra los límites
que imponen a su bienestar
losencumbrados impíos
en regaladas facultades
Gracias a los merecidos tenemos un horizonte
en que enrumbar los deseos
abiertos a los posibles
Y dice el indio de sus antepasadas glorias
y ya coinciden intereses
y se regresa al patriarcal idioma
en que todo se hace nuestro
y nos reconoce
Vestidos de razones —armados con las ideas
que subliman— apartan las nubes
con sus manos inmensas de hacerse
y ofrendan por señalar el sol
que a bien nos regalan
Lástima
que el pavor a lo nuevo
encandile a muchos
y les haga pírricos desagradecidos
que al cuido de sus pequeñeces
se hacen caracoles
Esperando la individual suerte
de la posibilidades reas
que les dicen
los privilegiados de las elocuencias
los pillos que viven de cegarnos
De a su bien negarnos
unpedacito de cielo

Pichy

4 comentarios:

  1. Parece que os habéis quedados boquiabiertos con el nivel de esta elegía. Sí, sé que todos no pueden escribir elegías; pero, modestia aparte, dios va conmigo cuando me inspiro. Creo que trascenderé, solo con esta elegía merezco la gloria. Vamos, amigos, valen las felicitaciones!

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    1. No sé si será el calor o el cansancio de Bego, pero creo que no tenemo la mente muy despierta para enjuiciar una elegía. Yo quiero cosas más simples en verano.

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  2. Dentro de la lírica, la poesía elegíaca
    es un subgénero que se define más que por sus temas (lamentos fúnebres, elogios, exaltaciones patrióticas y temas amorosos y personales), por su métrica : la combinación del hexámetro y del pentámetro dactílicos que formaban un estrofa
    llamada dístico elegíaco.
    La actitud elegíaca consiste en lamentar cualquier cosa que se pierde: la ilusión, la vida, el tiempo, un ser querido, un sentimiento, etc.
    La poesía española cuenta con varios clásicos del género, entre los que destacan en primer lugar las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique, del siglo XV. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca y la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández, incluida en su libro El rayo que no cesa, son dos clásicos modernos de este tipo de lamento fúnebre.
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    Esta elegía yo no la elegiría, por lo largay pesada que me resulta, igual que al estómago un trago de lejía. Pero la intención es buena.

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  3. Larga y pesada...no olvides su nombre, no lo olvides! Sí, conozco estas brillantes elegías, que expones como ejemplo. Elegías que se dan muy fáciles, y, relativamente cortas, si, por ej, las comparas con la no menos famosa de Nicolás Guillén a Jesús Menéndez —donde cambia métrica y formas: desde posa poética hasta versos libres—.
    Nada, amigo, noto comentario y volveré a la versión original de 15 cuartillas, solo para indigestarte...lo presente es una síntesis. Gracias + Abrazos

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