Ahí
van los tontos
que
regalaron sus sueños
sus
ilusiones
sus
causas
como
si no les fuese admisible
vivir
el próximo día
Pendientes
de los perfectos instaurados
que
a su autoridad
les
dicen poco del mundo
pero
mucho de sus lugares
de
sus límites
de
las malditas inconveniencias
en
que —a todo—
les
hacen culpables
Se
arrastran sobre viejas esperanzas
de
cortos alcances a los reales posibles
ya
viciados de reiteraciones
Mendigantes
de oídos
al
bravo que les convoca
y
grita al dolor de su garganta
los
varoniles reclamos
Por
los que le hieren —temerosos—
los
ruines servidores
ante
la inmovilidad patética
de
los mutables en sus cuidos
Acoquinados
que
no se hacen a su mayoría
aspirando
a carapachos
que
les abriguen los miedos
Que
a la quietud les solape
ante
la gula de los buitres
—sabedores
de la cautela a sus garras
que
exhiben siempre amenazantes—
y
la nulidad de los cobardes
que
archivan opiniones
Ausentes
de
las explosiones sanguíneas
a
la razón que libera
que
eleva
sobre
las calamidades
al
hombre
Han
quemado las memorias tempranas
regalando
la justicia a los rufianes
hasta
agotarse los creíbles sostenes
en
el desgano pueril
que
les vence los deseos
en
que alguna vez
se
hicieron a la tarea
de
cabalgar a la luz
sobre
los filos ciertos
Se
desnudan resignadosante los lobos
que
disfrutan
al
ostentoso estudio
de
fatales dentelladas
—a
la mortalidad mayor
que
las ganancias les crece—
Posibilitadas
por los olvidadizos
ya
amarillos de tanto ignorarse
que
no mencionan oposiciones a disputa
y
se obvian las tremendas disimilitudes
Se
alejan de los enconos
riendo
los improperios
La
vista al suelo
para
el seguro paso
en
la meta de sobrevivir a su tiempo
—pobre
filosofía que abrazan—
Duelen
en su fatalismo
en
su hozar los derechos
en
sus meretrices súplicas
que
de merecimientos les despoja
les
regala a los tragamundos
que
a su favor les usan
les
insignifican
Vestidos
de sombras
niegan
las hombreadas soluciones
de
sus pequeños imposibles
se
conforman a la muerte
Se
regalan a lo oscuro
desperdiciados
de oficio
y
van cerdos callados al matadero
Conformes
en su silencio
aceptan
ser
condenados al olvido
que
les azota
en
aras de guardarse la sangre
en
que se desmayana los giros del mundo
Que
de sus ganas les marea
sin
la menor lucha
esperando
el retorno del Mesías
Profiriendo
que su venida será
a
los quietos la gloria
Humildemente
vencidos
confiados
en
el paraísoque les prometen
los
dados a la buena mesa
Se
obligan a mucho repetírselo
para
a bien creerlo
Les
siguen a paso de rumba—alborotosos—
lospícaros
que
les bailan la comparsade la vida
que
achicados
no
hacen
Idos
de los valores de la certeza
se
dejan usar
sin
empeños para sus propios usos
redoblando
a
la orden
los
tambores que les obligan
para
el ajeno gozo
En
que los vividores del prójimo bailan
encarnados
en los que saben
temerosos
de los días ríspidos
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Discrepantes
cierran los puños
a
las rugosidades
sin
detenimiento al dolor
que
les sangra los nudillos
Falsos
chillan y acusan de diabólicas
demenciales
filosofías antinaturales
—porque
por
algo han de existir
pobres
y ricos
dueños
y parias
talDios
lo ha querido—
inculcadas
por anticristos
que
sueñan la anarquía de la igualdad
donde
la fortuna sea
del
hombre
sus
propias luces
y
el trabajo
la
dignidad que enorgullezca
al
amor por la virtudes
en
que se empobrece el oro lustral
que
hace las malditas disensiones
que
encumbran al poder
Van
con el pecho a toda rabia
golpeando
por las luces
bien
alta la voz
en
sus gargantas sinceras
que
no cuidan
ante
las intimidacionesde los guarecidos
al
temor sutil
que
aspiran
con
sus armas mal sostenidas
detenerles
Vienen
en avalanchas de argumentos
que
ya desbordande los impuestos cauces
—pequeños
para ese gran río
que
hace crecer la historia—
Hidratando
secas sangres
que
han revivido los siglos
en
que se vertieron fáciles
sobre
sudada arcilla
dúctiles
a
las manos
que
a bien
sepan
ganarse el mundo
Se
nos hace —por encima del suplicio—
la
esperanza
al
renacer
de
los que van
de
pecho contra los límites
que
imponen a su bienestar
losencumbrados impíos
en
regaladas facultades
Gracias
a los merecidos tenemos un horizonte
en
que enrumbar los deseos
abiertos
a los posibles
Y
dice el indio de sus antepasadas glorias
y
ya coinciden intereses
y
se regresa al patriarcal idioma
en
que todo se hace nuestro
y
nos reconoce
Vestidos
de razones —armados con las ideas
que
subliman— apartan las nubes
con
sus manos inmensas de hacerse
y
ofrendan por señalar el sol
que
a bien nos regalan
Lástima
que
el pavor a lo nuevo
encandile
a muchos
y
les haga pírricos desagradecidos
que
al cuido de sus pequeñeces
se
hacen caracoles
Esperando
la individual suerte
de
la posibilidades reas
que
les dicen
los
privilegiados de las elocuencias
los
pillos que viven de cegarnos
De
a su bien negarnos
unpedacito
de cielo
Pichy
Parece que os habéis quedados boquiabiertos con el nivel de esta elegía. Sí, sé que todos no pueden escribir elegías; pero, modestia aparte, dios va conmigo cuando me inspiro. Creo que trascenderé, solo con esta elegía merezco la gloria. Vamos, amigos, valen las felicitaciones!
ResponderEliminarNo sé si será el calor o el cansancio de Bego, pero creo que no tenemo la mente muy despierta para enjuiciar una elegía. Yo quiero cosas más simples en verano.
EliminarDentro de la lírica, la poesía elegíaca
ResponderEliminares un subgénero que se define más que por sus temas (lamentos fúnebres, elogios, exaltaciones patrióticas y temas amorosos y personales), por su métrica : la combinación del hexámetro y del pentámetro dactílicos que formaban un estrofa
llamada dístico elegíaco.
La actitud elegíaca consiste en lamentar cualquier cosa que se pierde: la ilusión, la vida, el tiempo, un ser querido, un sentimiento, etc.
La poesía española cuenta con varios clásicos del género, entre los que destacan en primer lugar las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique, del siglo XV. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca y la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández, incluida en su libro El rayo que no cesa, son dos clásicos modernos de este tipo de lamento fúnebre.
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Esta elegía yo no la elegiría, por lo largay pesada que me resulta, igual que al estómago un trago de lejía. Pero la intención es buena.
Larga y pesada...no olvides su nombre, no lo olvides! Sí, conozco estas brillantes elegías, que expones como ejemplo. Elegías que se dan muy fáciles, y, relativamente cortas, si, por ej, las comparas con la no menos famosa de Nicolás Guillén a Jesús Menéndez —donde cambia métrica y formas: desde posa poética hasta versos libres—.
ResponderEliminarNada, amigo, noto comentario y volveré a la versión original de 15 cuartillas, solo para indigestarte...lo presente es una síntesis. Gracias + Abrazos