viernes, 30 de marzo de 2018

MONOTONÍA




Pasó el tranvía. Lo vi
con entusiasmo novedoso.

Una paloma se paseó
alrededor de mi sombra.

Me agaché para verla de cerca,
saludarla, hablar un poco:
salió volando.

Me senté en un banco de piedra
frente a la fuente de agua espuma
a esperar que pasaran las horas.

Se hizo de noche. Me levanté,
sacudí la pernera del pantalón
eché a andar y me pregunté:
¿y ahora qué?

Llegué a la puerta de mi casa,
abrí con la llave,
encendí la luz,
puse la televisión,
y me dormí
sentado en el sillón raido
de orejas sordas y ojos ciegos,
hasta la mañana siguiente.

© Luis Vargas Alejo

3 comentarios:

  1. Aquí lo descriptivo, se salva en lo vivencial, y marcabien el ritmo amigo. Se me da como un buen antipoema. Abrazos

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  2. Pues entonces yo vivo dentro de un antipoema. No es una descripción es una metáfora de la vivencial soledad. Gracias por tu comentario.

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  3. Una metáfora, dices? No digo que sea una descripción, algo bastante usual en la poesía, digo que lo descriptivo —que va cayendo como puntazos— marca el ritmo...y se salva en lo vivencial; porque, no es lo mismo narrar que describir, o, escribir en prosa. Lo vivencial, salva a lo descriptivo: siempre. Si tengo que describir a una mujer y digo sus labios de rubí, sus ojos esmeraldas, sus caderas de ilusión...y todas esas "cosillas gastadas", puede que no te llegue tanto, como si voy a lo vivencial, aquello que te de la real idea de que es una "buena hembra", vaya, de que está buenísima. Ya ya, que me haces escribir más de lo que puedo. Llegué hace algo más de dos hras y te estoy dedicando una; cuando sé, que bien sabes lo que quise decir: hombre de dios!

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