Emergida
de un sinfín
de
eventualidades inauditas
se
avispa
con
el espíritu saturado de aprensiones.
Es
Ella. La fantaseada hembra,
la
que se posesiona y concluye
en
sí, para sí misma, la progenie
sin
el compromiso de las nupcias,
que
requieren permanencia.
Sus
piernas, como puntales dominantes,
se
abren ordinarias
a
la agrura de la savia que aprisionan.
Los
jóvenes que la idealizan,
distantes
de sus caprichos,
avalan
la astralidad
de
sus perversiones recurrentes.
Pichy
Es verdad que la mujer domina siempre -siempre que puede- y el hombre es amaestrado por la mujer que lo pare.
ResponderEliminarMe parece un buen poema
Así es. Gracias + abrazo
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