Cuerpos deformados,
enflaquecidos, huecos.
Miradas enajenadas,
uniendo locura y desatino
en la macabra melodía
que marca la batuta sonriente
mientras la lira, agónica,
se desdobla sin mirar el compás,
sumida en la catarsis de su pesadilla.
Huir, tal vez, a través del arte,
de ese esperpéntico horizonte
velado, oscuro, frío, muerto,
corroído por la lluvia ácida,
como un último acto de amor,
bondad, arrepentimiento,
sentimiento y belleza...
Banal expiación.
Acomodan sus silencios
al rumor de las olas
en la orilla de un mar en calma,
-símbolo y fuente de vida-
esperanzas que ahogan sus resquicios
trastornadas,unidas, distantes.
Supervivientes deprimidas
de la definitiva guerra.
Solitarias,
extravagantes,
despiden al mundo
con tristes sinfonías.
Extinción absoluta.
Auto-expulsión del Paraíso
aspirando su propia esterilidad.
Apocalipsis irónico de la estupidez
escenificando su última pieza
ante el irremediable telón final.
Llegó "La Hora".
Nieves Merino Guerra
Canarias - España
12 de mayo de 2016
Aquí lo dejo...
ResponderEliminarHay que echarle coraje a la vida... jajaja.
besos
Los poemas con líneas centradas no son bellos estéticamente aunque te lo parezca. Tampoco hay que escribir bajo una imagen fotográfica, la imágen es un recurso estilístico del propio poema. Hay que buscar las imágenes con las palabras dentro del verso, de modo que el lector, imagine, no vea lo que se le dice, sino quelo sienta. La fotografía es poesía en sí misma y no tampoco necesita de explicaciones para que sea evocadora. Lo uno y lo otro no deben fusionrse porque tienen su entidad propia por separado. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero también un par de versos con una buena metáfora, puede valer mucho más que una imagen.
EliminarAla, a pensar¡
Se me da bien el poema, amiga; pero, has de tener cuidado con los abjetivos. Pasa que cada adjetivo nos llama a una imágen mental, y cuando abundan nos desvirtuan de la lectura del poema. Valga el adjetivo necesario. Detente en ellos y trata de economizarlos, dejar sólo los de mejor tino, y verás como este buen poema crece.
ResponderEliminarBesos
Sí, esto es una de las coss fundamentales que se ha de aprender rápido para hacer poesía en poemas. Estoy contigo.
EliminarEstoy de acuerdo con Pichy, creo que es un buen poema, con maravillosas imágenes, pero los adjetivos lo emborronan.
ResponderEliminarLos adjetivos acompañan a los nombres para reforzarlos, pero de igual manera pueden debilitar si su uso no es el correcto. No quiero decir que esté encontra de ellos, pues hay poemas con muchos adjetivos que son fantásticos, por ejemplo Machado
Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta…
La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta
Tienes el epíteto, un adjetivo calificativo muy socorrido en la poesía; subraya algunos aspectos ya intrínsecos del sustantivo, se podría decir que es "redundante":la nieve, blanca
En la poesía de los Siglos de Oro, se acudió con frecuencia al epíteto. Pero el uso de los epítetos proviene de las tradiciones orales, se prefería engalanar, por así decirlo, el sustantivo. Según Walter J. Ong, “La tradición oral prefiere, especialmente en el discurso formal, no al soldado, sino al fuerte soldado; no a la princesa, sino a la hermosa princesa; no al roble, sino al fuerte roble”
El caso contrario del epíteto es el del adjetivo calificativo no común en el habla, extraño. Es tan literario como el epíteto. Para Fernando Vallejo, “Un adjetivo es literario cuando tiene el carácter de epíteto o cuando no se oye en el habla”. Un poeta que utilizó el adjetivo insólito con mucha fortuna fue Ramón López Velarde. Por ejemplo, en “Retorno maléfico”:
Si el sol inexorable, alegre y tónico,
hace hervir a las fuentes catecúmenas
en que bañábase mi sueño crónico;
[…] mi sed de amar será como una argolla
empotrada en la losa de una tumba
Durante el siglo XX se usaron los epítetos, pero cada vez menos, quizás por una postura crítica ante la tradición, así como por la intensificación del individualismo y la búsqueda de la originalidad. De esta manera, el adjetivo novedoso que utilizó López Velarde tuvo bastante fortuna. Calificar de catecúmenas a las fuentes, compararlas con una “Persona que se está instruyendo en la doctrina y misterios de la fe católica, con el fin de recibir el bautismo” (RAE, Diccionario), es un recurso poético que hace ver el mundo de una nueva manera.
Actualmente, se recomienda a los poetas en formación que utilicen más el adjetivo original que el epíteto, dado que este último, por su carácter tradicional, se aleja de la sensibilidad contemporánea (irónica, crítica, irreverente). Sin embargo, habrá que tener en cuenta que el epíteto es pertinente en textos que busquen un estilo clásico o que quieran dar una impresión de oralidad. También se puede usar el epíteto con fines de parodia.
Pero yo me quedo con que el adjetivo en la poesía debe ser muy preciso, pues, como dijo Vicente Huidobro en su “Arte poética”: “el adjetivo, cuando no da vida, mata”
ARTE POÉTICA.
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata,
Estamos en el ciclo de los nervios,
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos fuerza:
El vigor verdadero Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡Oh, poetas!
Hacedla florecer en el poema;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el sol.
El Poeta es un pequeño Dios.
(Recopilación de datos obtenida de internet y opinión personal)
Muy bien, muy bien, así me gusta que trabajeis vuestros comentarios.
EliminarMuy buena exposición
ESTAMPA DIFUMINADA
ResponderEliminarCuerpos sin cuerpo,
desatino acerbo
como hilos de arpa,
suenan agonícos
como una pesadilla.
Huir de sí sin alimento
en una estética deprimente
sin dejar hueco para el ánima
como esqueleto del ser.
Zombi vivo. Muerte.