Yo
me fui.
Tenía
treinta y ocho años y había soportado una tormenta
que
duró más de diez años,
-con
sus tres mil seiscientas cincuenta noches-
y
todo flotaba a mi alrededor.
Con
una ramita de olivo en la boca
apareciste
inesperadamente tú:
y
comprendí que había pasado la tormenta
y
podía caminar, de nuevo, por tierra firme.
Ay,
amor, cuánto nos hemos amado desde entonces
a
la luz de las velas, pasando frío,
importándonos
un bledo las circunstancias.
Éramos,
fuimos, somos, felices.
© Luis Vargas Alejo
Me recuerdas la imagen de la paloma que regresa al arca de Noé.
ResponderEliminarMe resulta bien logrado el poema. Muy bueno.
Abrazos
Sí, apareció la paloma, pero el Arca que dicen se quedó en el monte Ararat, no ha aparecido todavía.
EliminarDios sabe lo que hace, y el porqué!
EliminarNo me fastidies¡ si el arca era una nave extraterrestre, entonces me creo que se la llevaran después de invadirnos, porque nosotros no venimos del mono, sino de una tecnología avanzada de seres superiores que la gente llama dioses que hicieron un experimento que no les salió muy bien y no quieren mostrarse para que no nos avalancemos sobre ellos.
EliminarPlacentero, sí señor. No hay nada como seguir adelante y con la cabeza bien alta.
ResponderEliminarEstoy disfrutando con el rumbo poético que ha tomado la senda.
Besos
Si llega a aparecer el Arca primitiva y tosca de madera y cuerdas encima de un monte pelado despuès de tantos siglos, entónces sí que me sorprendería más ,,,,
ResponderEliminarDije lo de Cernuda- que ahora no veo el comentario ni sé donde lo dejé- porque creo que tiene un poema que se llama "YO FUI"... Y lo recordé al leer tu título.
ResponderEliminarBesos
No es lo mismo "haber sido" que "irse de un sitio"
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