Empecé a
escribir poesía desde muy jovencito,
si acaso
tenía diez y seis años cumplidos
y me lo
tomé muy en serio como buen bendito
y los
versos me fueron siendo bastante fluidos.
Con ello
pretendía, matar la soledad adolescente
y soñaba
con románticos amores imposibles
intentando
que mis poemas fueran trascendentes
incluso
que, para el lector, fueran muy creíbles.
Intentaba
rimar los versos en sus palabras finales
de una
manera rotunda, como sonatinas reales
y así,
¡Dios mío! qué cantidad de ripios asnales
construía
sin miramientos como si fueran casuales.
Y todo
aquello servía para desahogar mi soledad
y
romper el sino con los hados soterrados de la edad,
pero
mi inspiración fue tan pequeña, que poco a poco,
me
di cuenta que Becquer me estaba comiendo el coco.
Elegías,
sonetos, odas, décimas y muchas rimas,
de
esas de fácil uso, poca cultura y mucha tradición
me
fueron troquelando por el camino de la
inspiración
y empecé
a escribir sobre la muerte, sobre la vida.
Ay,
Señor, Señor, ¿y qué sabía yo de todo eso?
Pues
nada. Solo lo que había oído por las calles
y me di
cuenta que estaba pinchando en hueso,
meando
fuera del tiesto, con bandurria y pasacalles.
Y
escribía como Vital Aza:
"todo
es horror y mentira
y es
vano ser poeta en calma
pues con
las cuerdas de la lira
se me
antoja sensible el alma"
"La
vida es un loco anhelo
que me
empuja hacia un abismo,
dudo de
Dios y del cielo
y hasta
dudo de mí mismo"
Mis
amigos lectores se reían a pies juntillas
porque
mis poemas no eran muy sensatos,
ni
estilistas, ni escritos con letra redondilla.
Yo era
un poeta necio, un mentecato.
Por
fortuna leí muchos ensayos y vidas de poetas
y mucha,
mucha poesía de los grandes maestros
y fue
Rilke quien me enseñó a ser como un asceta
y
convení que mis poemas serían libres y diestros.
Y así
fui reemplazando lo antiguo por lo moderno
sin
entrar en muchas honduras, buscando el ritmo,
el tono
y el compás, usando palabras cotidianas
sin
hablar de llantos ni penas, ni de cosas ideales.
Y así,
como el que no quiere la cosa, cambié
de tal modo,
que siendo el mismo, soy diferente,
paso de
todo, me pongo el mundo por montera
y al que
no le guste lo que escribo, que no lea,
que lo
que rotulo es cosa muy mía, propiedad legal
que
administra mis soledades y así me va
perfectamente.
© Luis Vargas Alejo
Cómprese usted un zurrón viejo, para echar en saco roto tanto como escribí
ResponderEliminarSi es que no da tiempo el señor a divisar tanta historia, que la rebeldía no es un conjuro fácil.
EliminarCreo que este poema con historia esta bien logrado, porque no solo dice, sino que lo consigue.
Los primeros versos de arte mayor y arritmias me conducen a esa insensatez adolescente, donde todo se hace sin pensar. Continua con mas arritmias, pero ya van doliendo, porque la vida te va enseñando y por ultimo, alguna arritmia se escapa, pero la mayor parte se usa la cabeza, porque la vida te lo va enseñando.
Me da la sensación de leer las distintas fases del hombre en la vida, imponiendo su rebeldía, aunque haga lo que se haga todos tenemos el mismo final.
Pero no solo encuentro rebeldía y empuje, también encuentro soledad, mucha soledad, antes durante y después, la soledad del incomprendido.
Y por ahora, es todo lo que puedo decir. Es un poema que me ha hecho reflexionar y el que no va a ningún zurron ni saco sin fondo, sino al mi carpeta para seguir estudiando cada palabra.
Besos
Comprendo que te guste la historia
Eliminarvivida como una feria,donde lagente
da vueltas y vueltas en la noria
arriba,abajo,pero siempre presente.
Me gustó muchísimo.
ResponderEliminarSupiste enlazar con genial maestría cada etapa, hasta llegar a los versos blancos, trasmitiendo mucha melancolía, desesperanza, resignación, quizás. Pesimismo.
No lo sé.
Puede que la vida sea una noria, como dices.
Al final, acabaremos siendo como niños, si tenemos la suerte e llegar a viejos
Impresionante.
También me trasmitiste muchas, muchas emociones. Desde la ternura hasta esa tristeza que parece se te ha instalado en el alma.
Otra joya para volver a leer y aprender.
Gracias, Luis.
Besos
...
Son joyas todo aquello que se estima y se admira. Pero no todo el mundo estima y admira lo mismo ni de la misma manera.
EliminarNo hay melancolía, ni desesperanza, ni resignación, ni pesimismo en mí, hay relidad y poema, que puede causar todo eso que dices, en quien lo lee. Intento transmitir las variantes del sentir humano a través de los poemas. Mi vida, es el propio poema, fruto de la oración que con ellos hago, porque mi vida es oración, pensamiento y soledad y deshacho cualquier actividad que no sea mental o espiritual. Soy como un monje sin monasterio.
Una historia bien contada, maestro. Creo, que casi todos llegan a la poesía, más o menos, de esta forma, para luego escoger su camino o insistir en emular a Bécquer. Aun, hoy día, los hay que piensan que donde no existe la rima, falta la poesía. Valga la biografía poetizada, en su real moraleja. Abrazo
ResponderEliminarGracias por tu comentario y es verdad a la poesía se suele llegar por Becquer, menos en Cuba que se llega por José Martí
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